Midreshet Ben-Gurion. Israel, septiembre 2018 |
... octubre 2018: tanto empezaba a cansarme que, de hecho, tras meditarlo bastante, transcurrido un mes justo tras mi llegada a Israel decidí que era hora de dar un paso al costado y replantearse un poco por dónde tirar. En la carrera de larga distancia por conseguir una plaza académica hay muchos factores que uno no puede controlar y que se cruzan de por medio, y por lo demás la competencia es muy dura y "acumulativa": uno no puede "aprender", y así subir peldaños más deprisa; si no se es de los mejores en términos de producción científica desde el principio, uno queda tocado, y remontar un CV de "normal" a "excelente", o tener mejor o peor fortuna en las evaluaciones subjetivas de becas y proyectos, no es tanto cuestión de trabajar más como de tener suerte. Todo esto ha terminado por quemarme un poco, y estoy desde entonces pensando en qué camino seguir.
Hasta mi periodo postdoctoral más reciente, mi campo de investigación no varió mucho: básicamente me dediqué a estudiar qué factores ambientales (clima, geografía, estructura del hábitat...) regulan en la naturaleza la riqueza y abundancia de parásitos trasmitidos por vectores, utilizando como organismos modelo los parásitos de la malaria aviaria (especies de Plasmodium y géneros afines que infectan aves, con ciclos vitales similares a los de la malaria humana). Durante los años de tesis me centré en el estudio de los parásitos de una única especie de ave: mi querida curruca capirotada Sylvia atricapilla, para entender a qué se debían las diferencias parasitarias que encontrábamos a lo largo y ancho de la península Ibérica y algunos archipiélagos macaronésicos. A lo largo del año de Dijon reduje la escala geográfica, pero amplié el rango de especies de aves: estuve investigando cómo afectaba la fragmentación forestal a los parásitos de las aves de bosque de dos islas caribeñas: Guadalupe y Martinica. En Sudáfrica inicié un trabajo de investigación más básico, pues aún queda mucho por hacer: hemos comenzado a analizar, en un proyecto todavía en curso, la diversidad de parásitos del conocido Parque Nacional de Kruger. En Israel iba a cambiar un tanto de temática, usando distintas especies de roedores y sus bacterias como modelo para estudiar qué hace que un patógeno opte por especializarse o no en un único tipo de hospedadores; pero se quedó la cosa apenas esbozada. Mi principal campo de investigación es actualmente saber qué quiero hacer con mi vida...
A mayores, durante estos años he ido colaborando en diversos proyectos de investigación de mis compañeros de trabajo: así, he trabajado entre otras cosas estudiando los parásitos de grupos de aves poco estudiados, la diversidad genética y uso del espacio en ácaros de las plumas, la correspondencia entre coloración y filogeografía en lagartijas o codornices, la termorregulación en termiteros, o el uso que hace la fauna africana de los abrevaderos; entre otras cosas. Podéis ver un poco más al detalle qué he hecho en mi perfil de Google Académico.
Cuando todavía Facebook y Twitter no lo eran todo, comencé a escribir un blog (De intercambio en Madrid) al trasladarme a Madrid en 5º, para mantener informados a mis amigos de mis andanzas por la capital. Finalizado el curso de intercambio, y con la perspectiva de la tesis a la vista, el blog evolucionó hacia Biólogo y Becario, mi "identidad secreta" durante siete años y medio... Ya en 2016, el paso de comenzar a encadenar postdocs, yendo y viniendo a lo largo y ancho del mundo, pedía a gritos también iniciar una nueva etapa bloguística, cuyas actualizaciones encontraréis en esta web puntualmente cada día... o cuando se pueda.