sábado, 29 de septiembre de 2018

El lobo zorruno

 Como adición a los campamentos surgidos al rebufo del Sukot, se ha añadido al paisaje sensorial del pueblo un elemento que me trae muchos recuerdos de Sudáfrica: un omnipresente olor a barbacoas. Y al pensar en la carne, pensé en los carnívoros, y me di cuenta de que ahí había otro nexo con mi anterior destino: en comparación con casi cualquier país europeo, Israel tiene una fauna de carnívoros mucho más variada, y de reminiscencias más africanas. La presencia humana en Oriente Medio ha sido anterior y más intensa que en Europa durante mucho tiempo, pero no así la transformación del ambiente: aquí pocas tierras se pueden cultivar, y el monte ha quedado mucho más "a monte" que en otras regiones. Faltan casi todos los grandes herbívoros que en su día hubo (avestruces, onagros, diversos tipos de antílope...), claro, porque esos sí se comen; pero los carnívoros en cambio no, y cuando no molestan mucho, pues ahí se quedan. Resulta paradójico pensar en que los carnívoros puedan prosperar cuando faltan los herbívoros, pero es un signo de su capacidad de adaptarse: las especies grandes pasan a alimentarse de ganado y basuras, y las medianas y pequeñas de las ratas y ratones cuya abundancia se dispara en torno a los núcleos humanos. De este modo, y aunque en Israel ya no hay leones desde hace mucho, y los leopardos posiblemente se hayan extinguido hace nada, sí sigue habiendo hienas rayadas, lobos, chacales dorados o caracales, amén de otros carnívoros medianos como tres especies de zorro o dos de gato montés...

Wikipedia
... Y todo este rollo para comentar que he visto mi primer chacal dorado Canis aureus, y que me ha hecho mucha ilusión. Oculto en la espesura cercana al parking del parque nacional, atento a las basuras de los excursionistas; haciendo gala a la vez del aprovechamiento y discreción con respecto al hombre que le permiten sobrevivir donde no se le quiere. Er un bicho que tenía ganas de ver, y me preguntaba si sería fácil de distinguir de un lobo, un perro o un zorro. Y sí me lo pareció en directo, pequeñajo y con una especie de "cabeza de lobezno", como muy redondeada; bastante distinto en jizz de los chacales de lomo negro que había visto en Sudáfrica, con los que, a pesar del nombre, está menos emparentado que con los lobos. Ea, a ver quién es el siguiente en subirse a mi lista...

jueves, 27 de septiembre de 2018

Un pequeño diablillo irisado

Esta mañana llegó al wasap de los pajareros locales un mensaje avisando de la presencia en el campus de un carbonero común... "pues vaya", pensaréis tal vez; pero pensadlo dos veces y decidme si tenéis o no claro si hay de forma natural carboneros en Israel... Ya os lo respondo yo: sí los hay. Pero tampoco muchos, la verdad; el mensaje estaba justificado. Hay carboneros comunes en Israel en la mitad norte del país, la que de forma natural está arbolada (y además carboneros lúgubres, una de las especies que espero tacharme aquí); y a medida que el sur del país fue siendo colonizado desde un punto de vista agrícola, el carbonero común es una de las especies que se ha ido expandiendo con el hombre, aunque de forma bastante irregular.

El carbonero me da pie a hablar de otra ave, de la que debe de ser la más abundante de Midreshet BG (entre las sedentarias, pues esto sigue lleno de migrantes), o al menos de las que más se hacen notar: el suimanga palestino Cinnyris oseus:

Click en la foto, para verla en grande en la web original. Cuando desterré mis guías de aves de Europa en favor de mi primera guía de aves de Europa, Norte de África y Próximo Oriente, descubrí que existían los suimangas (este y el del Nilo) y se contaron casi inmediatamente entre mis aves favoritas: una especie de equivalente de los americanos colibríes, también nectarívoros y de brillantes colores metálicos. Tenía muchas ganas de ver suimangas en directo, y en Sudáfrica fueron de las aves que más disfruté; y que más se hacían notar allá donde estaban, por cierto. Y aquí viene el tema del carbonero: a pesar de las diferencias de dieta, los suimangas me hacen pensar todo el rato en los páridos europeos: bonitos, no paran quietos un segundo, todo el rato buscando comida entre las ramas; y son también muy ruidosos y pendencieros. A pesar de haberme tachado ya la familia en Sudáfrica, ver el primer día que llegué aquí suimangas palestinos en directo me hizo especial ilusión, por aquello del encuentro con mi recuerdo de juventud. Y no serán tan bonitos como otras especies de suimanga, pero tener uno cerca y ver cómo el sol descubre los distintos colores de un pajarillo diminuto que a simple vista se ve todo negro es una gozada, y me puedo quedar embobado con facilidad. A falta de salir al campo de forma "seria", tampoco es mal consuelo...

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Una semana de tiendas

De tiendas se ha ido medio pueblo, o eso es lo que parece al salir a la calle... aclaro: de tiendas... de campaña. En la semana de la fiesta de los Tabernáculos los judíos piadosos montan en sus jardines tenderetes donde comer y dormir; y en general parece que el país considera esta como una buena semana para irse de camping, ahora que ya el verano no aprieta tanto. Para variar, como a lo largo de casi todo este mes, el contingente israelí ha desertado el campus, y nos quedamos trabajando mayormente los extranjeros. Pero no he estado solo en el despacho, la verdad: el estudiante de doctorando trajo a su familia de visita (su hermana y él no pueden ser más iguales; mi jefa me dijo una palabra en yiddish que significa lo mismo que el cuspidiños gallego) y estuvieron un buen rato charlando a voces en la sala del café, junto a mi puerta abierta. Después fue mi jefa la que apareció con unos cuantos críos de escuela, enseñándoles los jerbillos y de paso al nuevo español... Pero la visita reseñable tuvo lugar a primera hora: recorriendo el brevísimo camino entre mi casa y los despachos, me abordó en hebreo un hombre con cara de preocupación. Al decirle que "ani lo... ivrit, only English" puso gesto contrariado y empezó a decirme que "mail, mail, gmail, office, gmail..."; y entendí a medias que quería que le dejase usar un ordenador. Como llevaba pistola al cinto tampoco me costó mucho invitarle a que me acompañase (me di cuenta luego de que era el vigilante de la garita de la entrada al campus), y al llegar a la oficina lo senté a trastear en el ordenador dela técnico, que el mío no tiene teclado en hebreo. Mientras el hombre se desenvolvía con bastante torpeza (tuve que enseñarle cómo poner la @, dónde estaba la techa del punto...), le ofrecí hacerle una taza de café, a lo que no puso reparos (a mí en hospitalidad oriental no me gana nadie). Al rato consiguió el pobre abrir su correo, abrir un correo, y señalarme un pdf que tenía adjunto... "paper, paper". ¡Sí hombre, con lo que cuestan los tóners! Pero bueno, descubrí cómo usar la impresora por primera vez, y allá que se fue el hombre tan contento con sus papeles... no sin antes pedirme también por señas unos cuantos folios en blanco (?), y pedirme que le echase el café que le había preparado en un vaso para llevar (!), que de casualidad encontré también... en fin, más que dignificado por ayudar al prójimo me sentí toreado por él, pero al salir del campus esta tarde al supermercado y saludar con la mano a la garita, otra fue la que me devolvió el saludo (no las tenía todas conmigo, la verdad). Ea, un amigo más...

lunes, 24 de septiembre de 2018

Viendo pasar polluelas

 Poco después de la seis de la mañana, nos encontró el amanecer viendo pájaros no muy lejos del campus, en una finca de viñedo y olivar al pie de la colina donde está la carcel de Nafha.

 Me llevaron amablemente hasta allí Yael y Ron: dos estudiantes del departamento y consumados pajareros que conocía al poco de llegar. Resultó que habían viajado bastante, viendo bichos y participando en voluntariados de anillamiento y conteo de aves migratorias, y en una de estas habían coincidido en Salburúa con mi querido Ivancito, a resultas de lo cual cada vez que veían una curruca capirotada me decían "look, a cugguca" en perfecto español...
Como llegamos algo pronto, los pájaros estaban despiertos ya,pero aún perezosos, saltando entre las ramas de los olivos sin moverse mucho. De modo que echamos algunos minutos viendo huellas de mamíferos que espero no tardar mucho en ver en vivo y en directo: chacales dorados, gacelas dorcas o puercoespines asiáticos, a los que correspondían además estas cagaditas como de rata gigante.

 Pero no tardó en empezar a caldearse el día, y acto seguido empezaron a zumbar las moscas y a revolotear de un lado para otro los mil y un pajarillos que habían hecho un alto en la zona en su ruta hacia África. Un aguilucho papialbo Circus macrourus macho (menos mal, que son los fáciles de distinguir) que pasó volando decidido hacia el sur fue mi primer bimbo del día,aunque no pude disfrutarlo mucho rato...

 ... mucha más suerte tuve en cambio con las polluelas que se movían en el borde de una charquita mínima, ajenas por suerte al texto de las guías que las describe como tremendamente esquivas y huidizas. Y no deja de ser verdad, ojo, pero es que en plena migración el hambre y las prisas hacen que ser precavido quede en un segundo plano. Vimos una hembra de polluela bastarda Zapornia parva, especie que, con ser la más rara en España de las tres polluelas comunes en Europa, era la única que había visto yo ya...

...y un juvenil de polluela pintoja Porzana porzana, segundo bimbo en apenas una hora de pajareo matutino que difícilmente pude haber disfrutado más... 

... bueno, sí, si el sol saliese un par de horas más tarde. ¡Ay, qué dura vida...!

domingo, 23 de septiembre de 2018

Mezuzá

 Domingo. Pero, por no variar en este mes de poca actividad, un domingo "especial": salimos del shabat y nos metemos hoy en la víspera del primer día de Sucot, por lo que desde esta tarde hasta mañana por la noche vuelve a pararse todo. Y ya que vamos de fiesta en fiesta, pues os hablaré hoy del elemento del judaísmo que me toca más de cerca, porque lo tengo en la puerta de casa:

Así luce. Al poco de llegar al país, me di cuenta de que las puertas de "todos" los edificios tenían en el marco barritas de metal similares a esta. Me fijé también en un soldado que, al salir de alguna parte, llevó los dedos a la misma, y mi cabeza inmediatamente discurrió que debía de ser una "toma de tierra" para que los soldados, con el arma a cuestas, se descargasen de la electricidad estática... ya, ya lo sé: a nada que uno discurra, mi explicación no se tiene en pie. Pero por la razón que fuese no me volví a plantear el asunto hasta que, varios días más tarde, y tras darme cuenta de que había demasiadas de estas barritas como para que mi explicación estuviese justificada, me surgió la ocasión de preguntarle a mis compañeros de curro que qué narices era eso. Y eso resultó ser el estuche de una mezuzá: un rollito de pergamino con dos oraciones que está dentro. El estuche viene identificado con la letra shin (la ese del alfabeto hebreo), la inicial tanto de la Shemá, una de las dos plegarias del pergamino, como de El Shaddai ("Todopoderoso"), uno de los muchos nombres con que los judíos nombran a Dios para evitar pronunciar Su nombre propio, Yahveh. Ea, pues otra cosa que os queda sabida...

viernes, 21 de septiembre de 2018

Pisando lo fregado

Viernes: no es festivo, pero vaya, vuelve a ser fin de semana. Los fines de semana de todas maneras (para compensar tanto festivo, supongo) son aquí cortos, y el viernes por la mañana los críos aún tienen clase. En la universidad eso ya se estila menos, pero igualmente hoy me ha tocado deslomarme un poco: aunque tenemos una técnico que se encarga del mantenimiento de los animales, mi jefa (con buen criterio, por otra parte) quiere que yo esté también al tanto de cómo se hace todo, y hoy me pasé el día limpiando jaulas y segando alfalfa...
Y enlazando con el tema de la limpieza, ¿sabéis como friegan aquí el suelo? Es lo que tiene viajar: que uno descubre formas distintas de hacer las cosas, y algunas de ellas sorprendentemente mejores... pero no la manera de fregar, en este caso. Buscando sin encontrar fregonas en los supermercados, me fijé en que su equivalente (según los dibujos, porque que todo esté en hebreo no ayuda a saber qué es cada cosa) tenía pinta de ser un objeto con pinta de limpia cristales grande, con mango largo. Con algunas variantes (con/sin esponja en la punta), pero ni idea de cómo se usaba en cualquier caso, porque eso no cabe en ningún cubo para mojarlo... Descubrí cómo usarlo hace poco, y de una forma bastante molesta: entró la señora de la limpieza al despacho grande donde estamos todos y dijo algo en general a mi espalda sin que le prestase mucha atención (en hebreo; desconecto), y lo siguiente que sucedió fue que un chorro de agua empapó mi pie derecho. Me giré, y vi que la señora estaba echando agua de un cubo por todo el suelo del despacho con bastante poco cuidado, mirándome con cara de "yo ya te avisé, payaso"; los demás del despacho habían hecho sibilinamente mutis por el foro. Les acompañé a la sala del café, y desde la puerta vi cómo la señora utilizaba el susodicho aparato para, tras atarle una toalla en la punta, ir arrastrando agua roñosa de un sitio a otro. Pues estamos buenos con la tecnología puntera de este país... cuando viaje a por la ropa de invierno me traigo un muestrario de fregonas e igual inicio una start-up...

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Los hay que sí leen las guías

Ha finalizado ya el "sábado de los sábados": si ya un shabat normal el país se detiene hasta un punto que no recordamos en Europa (porque tenemos mala memoria; cuando me mudé a Madrid en 2006 los supermercados no es que cerrasen el fin de semana, sino que aún cerraban a mediodía... y en Galicia por cierto ya no), aquí desde ayer por la tarde radios y televisiones dejaron de emitir, se cerraron los aeropuertos y nadie se atreve a coger el coche (siquiera por vergüenza, pues prohibido-prohibido no está). Los judíos observantes rompen a estas horas un ayuno de comida, bebida y limpieza corporal que comenzó ayer tarde, y en general hasta los no religiosos se pasearon ayer y hoy vestidos de blanco, por las calles y calzadas vacías de vehículos y llenas de niños en bicicleta (porque sí, hay muchos niños; o más bien en España hay muy pocos). Yo ha sido hoy uno de esos días en que por una mala postura me levanto con el cuello agarrotado y he pasado el día intentando moverme lo menos posible, hasta que hace un rato salí a dar un paseo para que me diese un poco el aire del norte, que sopla con ganas todos los atardeceres y se detiene justo tras desaparecer el sol. Pero incluso en estas condiciones precarias, el país se porta y me sigue mandando bichos nuevos: a través de la puerta de la terraza vi de reojo esta mañana dando vueltas una silueta conocida (de gavilán) con un color desconocido (muy pálido, con las puntas oscuras): mi primer gavilán griego Accipiter brevipes, y otros nueve más, hicieron un alto en su migración para que me los tachase. Y según el grupo de wasap de pajareros del pueblo, en realidad fueron cerca de mil los que pasaron esta mañana temprano; yo vi los últimos rezagados, y gracias. Tiro de guía, y leo que esta especie suele tener un paso muy concentrado por el Bósforo e Israel tanto en primavera como en otoño, y que el pico otoñal se da en torno al 20 de septiembre... benditas aves que, para variar sí leen las guías y hacen lo que se espera de ellas. Ya podrían portarse todas mejor...

martes, 18 de septiembre de 2018

Por si queréis acompañarme al monte

Aunque os cueste creerlo, vuelvo a estar "de vacaciones": mañana es Yom Kipur, y las vísperas de los grandes festivos son aquí festivas ya. No me hubiera importado salir al campo, pero no me he decidido aún a coger un coche (ejem...), el transporte público no funciona los festivos, y la poca gente que voy conociendo, como este país es tan pequeño, casi todos desaparecen a casa de sus familias en días como este. Ocupé el tiempo de todas maneras en arreglar un poco la casa, y además me tocaba darle de comer a los gerbillos. Y salí al campo también, pero de manera "virtual": he descubierto en YouTube una serie de documentales llamada Israel Salvaje que me está haciendo bastante gracia, porque como aquí a Dios gracias no tenemos los dichosos elefantes y leones, pues sacan multitud de bichos "de segunda", que son justo los que más me interesan. Os dejo con el primero de la serie, que justo trata de la zona en que vivo, y los demás podéis encontrarlos en el mismo sitio. Ea, acompañadme al campo aunque sea así, que lo disfruto mucho más que yendo solo...

domingo, 16 de septiembre de 2018

La manita

De aquí
 ¡Heme aquí, cinco años después de la defensa! Y al contrario que en años anteriores, cuando como el 16 de septiembre me pilló "a mitad de algo" (ya fuese postdoc o nodoc) tuve tiempo de ponerme melancólico, en Israel a fin de cuentas llevo solo dos semanas justas, y han estado lo suficientemente llenas de novedades como para no haberme dejado tiempo de pensar en qué narices estoy haciendo, en Israel y con mi vida en general (y espero tardar en llegar a esas otra vez). La fecha de hoy sí tiene cierta relevancia, por lo demás, pues es un poco la culpable de que yo esté aquí... ya: en principio yo tendría que venir en octubre o noviembre, que eso ponía en la convocatoria y eso hará Ruth, la otra postdoc española que viene (y que de hecho aún es predoc). Pero resulta que por normativa local uno no puede aquí empezar una postdoc transcurridos cinco años tras la defensa de tesis, de modo que tuve que venirme con tiempo suficiente como para tener todo el papeleo listo antes de hoy. Lo hice, y por de pronto aquí me quedo: tachándome pájaros, desesperándome porque no haya en este pueblo un buen supermercado, disfrutando de lo amables que han resultado ser aquí los demás estudiantes e investigadores, y aprendiendo mucho de bacterias y jerbos. Y que sea para bien.

viernes, 14 de septiembre de 2018

"Y la anilla, ¿pa' cuándo?"

No se ve muy bien (no sé ni para qué hago fotos...), pero el campo al otro lado del caballón es un cultivo experimental de olivar de regadío que hay en una finca de la parte de atrás de la universidad. Un sinsentido, regar olivos, y más aún regarlos en el desierto; pero esta mancha de vegetación fresca y húmeda funciona por lo demás estos días como un imán para los pajarillos en migración, y entre ayer y hoy he visto en esta superficie mínima varias especies nuevas bien jugosas...

Emberiza melanocephala juvenil. Casi me lo como, ¡qué cara de majo!
 ... que he podido ver además bien de cerca, pues resulta que dentro del propio campus, en un antiguo cultivo experimental de pistacheras abandonado que está junto a los olivos de arriba, lleva tiempo funcionando una estación de esfuerzo constante de anillamiento que está funcionando casi a diario. Hoy, infeliz de mí, me levanté a las cuatro y media para echar allí la mañana, y colocamos de paso redes extra entre los pequeños olivos.

Poco que ver con el macho adulto, pero aún así muy bonito
 Lo mejor para mí, sin duda, capturar un alcaudón isabel Lanius isabellinus; una especie de las más deseadas de la guía muy cercana al alcaudón dorsirrojo, del que viene a ser el equivalente oriental, que es de hecho bastante escasa en paso en Israel. Pero además se dejaron caer por las redes varias especies orientales que había visto muy pocas veces (solo cuando he estado por el este de Europa), como papamoscas collarinos, ruiseñores rusos...

 ... o currucas zarcerillas Sylvia curruca, una de las aves centroeuropeas más abundantes, y también frecuente en Israel en migración. Espero que sepáis apreciar la foto del ave "no en mano" aunque sea mala, porque me estoy encontrando con que las aves aquí son bastante esquivas y nerviosas, y se dejan acercar poco. Vengo mal acostumbrado de Sudáfrica, supongo, donde la situación era más bien la contraria...
Las currucas como esta (o las capirotadas que mencioné ayer) interesaban especialmente en la estación, pues tres estudiantes de máster austríacos están aquí a lo largo del mes realizando medidas de transpiración de agua de las especies más abundantes, para estudiar la adaptación de las aves durante la migración a atravesar ambientes desérticos. Ellos tres, más los anilladores habituales, más chavales de instituto del pueblo que se están formando con ellos, más curiosos ocasionales como yo; formábamos hoy un grupo bastante heterogéneo, pero bien avenido.

 Algunas de las especies sedentarias también deciden socializar y acercarse más a la gente: la collalba colinegra Oenanthe melanura por ejemplo es de las aves más confiadas de la zona, y se deja acercar bastante.

Chamaeleo chamaeleon
Este también se dejó acercar bastante, ¡lo difícil fue darse cuenta de que estaba ahí! La verdad es que no lo estoy pasando mal con la fauna local...

jueves, 13 de septiembre de 2018

Nuevos compañeros de viaje

 Ayer os hablaba de empezar una nueva tesis, y esta mañana, recordándome de dónde vengo, me encontré con las protagonistas de la anterior (con permiso de los hemosporidios): un par de currucas capirotadas que se detuvieron a visitar este pueblecillo en su viaje camino del sur... Pero toca moverse, igual que hacen ellas, y os enseño hoy a los que serán mis nuevos amigos en los años venideros: los jerbillos Gerbillus spp.

Trabajamos en concreto con tres especies, las tres presentes de forma natural en el desierto del Negev, que mantenemos en el animalario del propio laboratorio. Cada una en jaulas de colores distintos para que sea más fácil identificarlas, pues yo la verdad no los distingo aún nada bien:

 Están por ejemplo los G. gerbillus, que son unas criaturas diminutas y tranquilas, la mar de adorables...

 ... y los G. pyramidum, bastante más grandes, y siempre hambrientos y con ganas de morder, ya sean tallos de alfalfa o dedos de investigador. Y una tercera especie (G. andersoni) que "ni chicha ni limoná", así que no se lleva foto (aunque sea la más numerosa de las tres que tenemos).

Son roedores que uno encuentra en estado silvestre casi a las puertas del campus, pero que tenemos en cautividad "por una buena causa", a mayores de la Ciencia: cuando va a haber un desarrollo urbanístico o agrícola por la zona avisan a mi jefa, y nos llevamos los jerbillos al laboratorio antes de que se los lleven por delante el arado o las excavadoras. Pero como no viven eternamente, pues los criamos también, para tener además ejemplares de edad y sexo estandarizados con los que hacer los experimentos. Pero de esos ya os hablaré otro día... cuando termine de enterarme yo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Una segunda tesis

Después de que Hadas (mi jefa) no estuviese la semana pasada, y de que tres de los cinco días de esta semana hayan sido festivos, ya casi se me había olvidado que he venido aquí a trabajar... pero nada, ya el despertador se encargó de recordármelo esta mañana. Y después nada, día canónico en la facultad, con tupper y todo. He pasado el día releyéndome el proyecto grande en que se enmarca mi postdoc y algunos de los artículos anteriores del grupo, y de momento... no sé de dónde me vienen los palos, estoy más perdido que poco: todos estos temas de microbiología y roedores con que voy a trabajar se me hacen muy nuevos (y eso que, en verdad, aún no sé muy bien qué voy a hacer;mañana nos sentamos Hadas y yo para definir líneas de trabajo). Tras tanto tiempo con mi casi añorada malaria aviaria, me siento, lo pensaba hoy a la hora de salir, como si estuviese empezando la tesis otra vez: con un nuevo proyecto entre manos y tanto material para empezar a formarme que casi ni sé por dónde empezar a atacarlo. Con una base bibliográfica que adquirir de cero (no se ni qué revistas son mejores que otras en este campo, aunque me da confianza descubrir que los artículos de mi grupo están siempre bien colocados) y técnicas que aprender, desde abajo también, de doctorandos y estudiantes de máster que igual pensaban que yo les iba a ayudar en algo y se van a llevar un buen chasco... en fin, paciencia y barajar...

... que de momento las cartas de la mano me van saliendo bonitas. A esta preciosidad (una tortuga mora Testudo graeca, le tenemos introducida en España en el SE y en Doñana) me la encontré prácticamente en la puerta del laboratorio. A ver qué más me tacho mañana...

martes, 11 de septiembre de 2018

Diada con gracia

O Gràcia, más bien. Como hoy, segundo y último día de las fiestas de Año Nuevo, ha sido un día casero y tranquilo, donde no me ha pasado nada digno de contarse; y como le viene al pelo por ser hoy 11 de septiembre, pues voy a retrotraerme casi un mes y a viajar a la otra punta del Mediterráneo:

 El pasado 17 de agosto, y haciendo un alto a mitad del camino a Montpellier, llegamos a una Barcelona recién anegada por una tormenta de verano. Nos separamos hasta el día siguiente, y Álex y Andrea disfrutaban de la ciudad por su cuenta, teniendo que parar a cada rato por los turistas que querían sacar fotos de Brego, yo me junté con Marta, y en cuanto escampó del todo nos fuimos a dar una vuelta con su novio por el barrio de Gràcia.

 Pues estaba en fiestas, el barrio, y yo no sabía (como tantas otras cosas que no sé) que con tal motivo los vecinos de muchas de las calles las adornan con esculturas de papel, no muy distintas imagino de las fallas, pues duran también apenas la semana de fiestas (o menos si, como fue el caso, les cae una tormenta encima).

 Y por las calles del barrio nos perdimos un poco, tres turistas más entre otros miles, viendo tanto las calles decoradas con motivos "generales"...

 ... como las que tenían una temática más específica, como esta dedicada a Mi vecino Totoro.

 Pero no fueron las calles lo que más me impresionó, sino ver por vez primera en directo en acción a los castellers. Y de repente, lo que por la tele me parecía sin más simpático, tipo Grand Prix, me dejo en persona alucinado: ver cómo de verdad la gente está solo "sobre gente", si me perdonáis la forma tonta de decirlo, y los niños más pequeños arriba del todo, en el aire, a la altura de un segundo o tercer piso. Y al son de gralles y timbals, las dos collas participantes (una del barrio, y otra invitada, que competían informalmente entre sí) fueron armando distintos tipos de castell, a cada cual con más mérito, que nos quedamos mirando hasta que ya nos pudieron más las ganas de cenar...

Adenda: una aratinga mitrada Psittacara mitrata. Escuché un loro "raro" (ni cotorra argentina ni de Kramer) fuera del piso de Marta, y al asomarme me reencontré con estas viejas conocidas, que aparentemente están dejando atrás la Ciutadella para expandirse por toda la ciudad. Según Marta esta de la antena, y su pareja, llevan meses no dejándola dormir con sus gritos al romper el día. La verdad es que si algo saben hacer las cotorras es gritar...

lunes, 10 de septiembre de 2018

Una semana de socializar

Primero de los dos días festivos de Año Nuevo, que coincide con mi aniversario semanal en Israel. ¿Es síntoma de empezar a estar instalado el que hoy haya hecho la colada y limpiado el apartamento? No sé; es síntoma de que estoy vivo y "funcional", por así decir, y bastante es...

 Síntoma de estar instalado podría serlo el tener ya un hueco en el despacho: ayer domingo, que era medio laboral medio no, me pasé por mi vacío despacho para despejar la que será/es mi mesa de cachivaches, limpiarla, y ya que estaba echar allí la mañana, que me centro más que en casa. Muchos me habéis dicho que "qué sitio más pequeño", o similar; no sé, llevo más de diez años acostumbrado a trabajar en sitios así. Y la silla seguramente sea con mucho la mejor que me ha tocado...

Ayer por fin conocí también en persona a mi jefa; no había estado a lo largo de esta semana porque le coincidió con un congreso en Alemania. Me invitó a cenar a su casa; vive también en el pueblo. Una primera toma de contacto cordial, sin entrar en profundidades científicas, de la que me llevé dos gratas sorpresas:

 Una, ver que sus chiquillas me habían puesto una pancarta de bienvenida en la puerta de casa. Otra, descubrir que su marido era un gran pajarero, que me incluyó en un grupo de Whatsapp local de observadores (ea, otro círculo social más) y con el que me pasé hablando buena parte de la velada de qué especies me gustaría ver...

Ah, y un pequeño regalo extra, mi primer herpeto en este país: un "sapo verde" que aparentemente se deja caer cada noche por la minúscula charquita que tienen en el jardín. Todo lo que cuando yo era un crío eran sapos verdes, se ha ido dividiendo luego en varias especies, y no está aún claro si los ejemplares como este del sur de Israel pertenecen a la especie de Oriente Medio (Bufotes variabilis) o a la del norte de África (B. boulengeri). Pero se apellide como se apellide, me pareció un bicho bien majo.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Al final del shabat

Tras detenerse el viernes al caer la tarde, como tantos otros servicios en este país, el sábado por la tarde se reanuda en Israel el transporte público, justo a tiempo de que Nick (otro estudiante católico que he encontrado aquí) y yo lleguemos a Beerseba para ir a misa en inglés a la parroquia que allí hay. Una congregación no muy numerosa (la de misa en hebreo parece que lo es algo más) compuesta a medias por chachas filipinas (que imponen su ley y hacen que los cánticos sean en tagalo) y estudiantes de diversos países. Estudiantes que, finalizada la misa en el bajo de un chalet convertido en capilla, suben (subimos) al piso de arriba, la "rectoral", a cenar con el párroco, polaco. Otra ocasión, como los encuentros entre estudiantes de que hablaba ayer, de socializar con expatriados. Ni tan mal...

sábado, 8 de septiembre de 2018

Una hora y un día de adelanto

A la espera de ver en qué queda lo del cambio de hora (no solo si se suprime el cambio verano/invierno, sino si os quedáis en España en el huso actual), por de pronto os llega con saber que aquí en Israel es una hora más (así que no me llaméis al wasap pasadas vuestras diez :-p). Pero mentalmente esta semana he empezado a vivir como si, de hecho, fuese un día más: tengo que adaptarme a que los fines de semana ocupen viernes y sábado, en vez de sábado y domingo; al final los calendarios "ingleses" en los que el domingo es el primer día de la semana me van a venir bien...

Más desierto...
Primer fin de semana que estoy empleando en ampliar mi conocimiento: tanto del pueblo como de sus gentes. Una novedad muy agradable de esta tercera postdoc es que la comunidad estudiantil es bastante activa y abierta: a través de esta web, que tiene una lista de correo bastante activa, y de ir conociendo "a X, que conoce a Y, que sabe que Z hace..." he ido consiguiendo cacharros y cubiertos para poder comer (mi casa, salvo los muebles, estaba vacía), ir conociendo gente a la que le gusta salir al campo, o que me invitasen ayer a cenar. Poco que ver, desde luego, con las comunidades de gente amable-pero-cada-uno-en-su-casa con que, salvo excepciones, me encontré en Dijon o Bloemfontein. Será el carácter mediterráneo, será que este sitio está tan aislado que no queda otra, será... lo que sea. Pero sea lo que sea, lo agradezco enormemente.

jueves, 6 de septiembre de 2018

A las puertas del desierto

O, por ser más exactos, con el desierto a las puertas, pues nos rodea aquí por todas partes... Aunque yo, la verdad, no fui del todo consciente hasta que esta mañana, al acercarme al súper en un segundo y, ya que estaba, seguir andando un poco más en pos de un alcaudón núbico (otro bimbo mas; hoy han sido tres), me di de bruces con este panorama:

Realmente, vivo en medio del desierto, ese desierto que tanto impresionó en su día a Ángel (mi referente en esto de los blogs; que estuvo el verano pasado en Jerusalén y escribió después una serie de entradas tan larga como interesante). No es de extrañar así que haya tanto movimiento de aves estos días por los arbolillos de mi aldea: acogotados estarán, pensando en que ahora tienen que cruzar esto, camino de África. A ver si mañana, para comenzar con buen pie mi primer fin de semana a la judía, me doy una vuelta plenamente pajarera...

miércoles, 5 de septiembre de 2018

¡A la ciudad!

Me acabo de dar cuenta de que la entrada de ayer se me había quedado en el tintero, sin publicar... bueno, pues ración doble hoy. Uno de los inconvenientes de vivir en Midreshet Ben-Gurion, que no he tardado nada en descubrir, es que aquí hay más bien pocas cosas: el pueblo se articula en torno al campus y a la entrada del Parque Nacional Ben-Gurion, y por ejemplo, como supermercado, solo hay un sitio de esos como de pueblo de playa: pequeño, con poca variedad de productos, y muy caro. Y no hay bancos, tiendas en general... en fin, que para hacer casi todo, o lo hace uno por Internet, o se desplaza a la ciudad: a Beerseba. Y allí que me fui esta mañana, en un bus lleno de soldados. De soldaditos más bien: casi todos los israelís hacen el servicio militar obligatorio (dos años ellas, dos años y medio ellos) justo al terminar el instituto, por lo que según parece en las fechas en torno a los fines de semana, o los festivos, como ahora el año nuevo, los medios de transporte se colapsan de centennials que van a ver a papá y mamá, todos colgados de sus móviles. En Beerseba, gracias a la ayuda como traductora de la de máster de mi grupo conseguí abrir una cuenta bancaria en menos de tres horas. Y conseguir número definitivo de teléfono móvil (aunque seguid contactándome por el wasap español, que es lo más cómodo), y tarjeta de estudiante para los transportes públicos. Que usé a destajo desde que la tuve, porque se agradecía el aire acondicionado. Y porque coger el bus urbano le hace sentirse a uno como más integrado, ¿no?


África 2.0

Me hizo gracia, nada más bajar del avión, que la primera planta que me recibiese, en un parterre a la entrada de la pista de aterrizaje al aeropuerto, fuese una Searsia... "ea, de vuelta a África", me dije, recordando también cómo alguno de mis antiguos compañeros de Bloemfontein me dijo que "le has cogido el gusto a África, ¿eh?" al decirle que me mudaba a Israel... Lo que no me imaginaba era que el parecido, en lo biológico, iba a ser tan acusado: jardines aparte, donde predominan las mismas especies que veía en Bloemfontein (adaptadas a un clima similar, a fin de cuentas), los pájaros que estoy viendo con más frecuencia son todos especies equivalentes (y nuevas para mí, así que tan contento) a las que veía a diario allí abajo: bulbules ojiblancos en vez de los encapuchados, suimangas palestinas en vez de las ventriblancas o estorninos de Tristam en vez de los alirrojos; amén de las tórtolas senegalesas, que si bien parecen aquí menos frecuentes que en Bloemfontein, se las oye más; supongo que porque son las únicas que dan la tabarra, no como allá, que había varios tipos de paloma más...

Lo que no teníamos en Sudáfrica, cierto es, son cabras montesas pastando en las escasas manchas de césped...

Dos días, y cuatro especies nuevas. Y un contrato firmado y otros papeles arreglados. Mañana más.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Shaná Tová!

Cerca de un día ha pasado desde que ayer por la tarde salí de Barajas; 24 horas en las que seguramente he dormido menos de lo que me va a llevar escribir esta entrada: es lo que tiene, coger un vuelo nocturno en una compañía de bajo coste; y que además sea u vuelo heminocturno, pues a las cuatro y media cananeas (aquí tenemos una hora más que en España) aterrizábamos en Tel Aviv. Tenía bastante curiosidad por sentir en carnes propias las atenciones del tan cacareado servicio de vigilancia fronteriza de Israel, pero el funcionario encargado miró mi pasaporte, lo selló, y a otra cosa mariposa. Nadie que me hiciese preguntas acerca de para qué quiero tanto telescopio y tanta cámara, nadie que (como leí en el report de un viaje ornitológico) me preguntase especies de la guía tapándoles el nombre, para ver si realmente vengo a mirar pájaros... una decepción en toda regla.
Tras poco rato de espera legó a buscarme Ron (el doctorando que tenemos en mi grupo de investigación actual) que venía de pasar el fin de semana en casa de sus padres, y ya de paso me bajó, con total comodidad. En poco menos de dos horas de acelerones, adelantamientos imposibles, bocinazos, y en general un bonito despliegue de conducción semítica, cambiamos el calor pegajoso de Tel Aviv por el calor, a secas, de Sde Boqer. Me recibió un campus cuyo aspecto externo semidesértico (y no solo por el paisaje; es que aquí solo vienen alumnos de máster y doctorado) y polvoriento ocultaba unos interiores la mar de cómodos y modernos, y un apartamento que me facilita alquilar la universidad para que sea mi casa el tiempo que me quede aquí. comí gratis, además: celebraba la escasa comunidad universitaria de este campus un pequeño tentempié por el año nuevo judío, y tras unos discursitos en hebreo pude mover el bigote a costa del contribuyente. A ver si mañana se celebra algo también...

domingo, 2 de septiembre de 2018

A casa de Gaspar

He tardado en escribir esta entrada, y lo hago ahora, tarde y mal. Tampoco es que importe mucho, supongo, porque los pocos lectores que quedáis yo creo que ya sabíais esta noticia, pero vamos a dejar aquí constancia de la misma, para facilitar el trabajo a mis biógrafos dentro de algunos años: vuelvo a marcharme de postdoc. A Israel. Esta misma noche cojo el avión.

Ea, noticia digerida. Tercera postdoc ya, y la cuarta de cinco solicitudes que eché desde Sudáfrica; lo que al irme a Francia decía por decir, de que "nah, si lo difícil es la primera; una vez metes la cabeza dentro ya es más fácil empalmar postdocs", ha resultado ser en mi caso completamente cierto, pues al igual que lo de Bloemfontein al irme de Dijon, esta nueva postdoc ya la tenía antes de acabar la segunda. Voy a Israel a tacharme Asia, aunque me quede muy cerquita de sus bordes. Ya tengo así una postdoc en cada uno de los "continentes de la Antigüedad", en la patria chica de cada uno de los Reyes Magos. 

Me voy a Israel dos años, renovación trascurrido el primero mediante, y si no me sale antes algo que no pueda rechazar en otro lado. Me voy a la Universidad Ben Gurion, pero no a su sede principal en Beerseba, sino al Departamento de Ecología Desértica, que está en Sede Boqer, aún más al sur, en el corazón del desierto del Negev. Del trabajo con roedores y bacterias que realizaré allí, y de cómo son mi futura jefa y mi grupo de trabajo, ya os hablaré más adelante.

Israel es por lo demás un país difícilmente más interesante en términos culturales, y también naturalísticos, pues se dan allí la mano especies de Asia, África y Europa; un país que tenía muchas ganas de conocer, y voy a tener ahora la oportunidad de hacerlo por extenso. Mañana amaneceré allí ya, Dios mediante, pues se supone que aterrizo en Tel Aviv a las cuatro de la mañana. Ya os contaré lo antes posible si es aquello tan bonito como promete la canción...