Este par de días que llevo en Orense, los quehaceres familiares no me han dejado demasiado tiempo para pasear a mis anchas por ahí, pero aún así me las he apañado para bajar un par de veces dando un paseo hasta el Miño. Va el río con caudal veraniego, y eso deja al descubierto unos cuantos manantiales de agua termal que a estas alturas del año deberían estar ocultos por las aguas del río; los patos los aprovechan y se congregan ahí en sus termas particulares, como hacen los viejos a unos pocos metros. He visto lúganos, que es lo que siempre me hace ilusión ver cada invierno, y varias currucas capirotadas, que es lo que siempre me hace ilusión ver; pero no lavanderas enlutadas o zorzales alirrojos. Y gaviotas, pero muy pocas, y además casi todas reidoras...
... y así he estado entretenido hasta que ayer a media mañana caí, yo también, víctima del virus doméstico, que me dejó ya hecho trizas en cama el resto del día, y que veremos qué me deja hacer a lo largo de la semana. Por suerte tengo entretenimiento natural en casa también:
Y estar enfermo va a ser la excusa ideal para encerrarme con medio año de Quercus y otras historias que han ido llegando a casa mientras yo vivía con las estaciones cambiadas. Tengo ganas ya de enterarme de qué ha ido pasando en el campo entremedias...
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