Me saltó en el móvil una nota del calendario escrita
hace ya varios meses, ni recuerdo cuando, invitándome a considerar comprar,
como autorregalo de Navidad, una serie de libros de divulgación científica “y
lo que encuentres de Waugh”. No hice mucho caso de la lista de libros (a fin de
cuentas, me los compré todos algunos días más tarde; espero que estén esperándome
en Madrid), pero sí me hizo gracia la parte de Waugh, teniendo en cuenta que
aún es en esta semana en que he empezado a leer el libro de viejo del que os
hablé antes de venir (http://biologoymercenario.blogspot.co.za/2017/05/san-isidro-san-jordi.html). Con un no buscado sentido de la oportunidad, además, pues
justo coincide que, habiéndolo atacado en noviembre, el libro se desarrolla
casi por entero en Prados Susurrantes: un cementerio tan, tan atractivo, que es
una pena visitarlo solo de muerto. Me estoy riendo a gusto con un Waugh
comediante sembrado, con la historia de amor entre la tanatoesteticienne
inocente y el poeta venido a menos y operario del cementerio de mascotas (el
Coto de Caza Más Dichoso)… y el olor del libro, qué maravilla; la verdad es que
bien merece las 36 pesetas que el papel de sello con el precio adherido a la
contraportada indica que vale… espero que el que va ahora camino de Madrid esté
también a la altura.
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