Ayer os hablaba de empezar una nueva tesis, y esta mañana, recordándome de dónde vengo, me encontré con las protagonistas de la anterior (con permiso de los hemosporidios): un par de currucas capirotadas que se detuvieron a visitar este pueblecillo en su viaje camino del sur... Pero toca moverse, igual que hacen ellas, y os enseño hoy a los que serán mis nuevos amigos en los años venideros: los jerbillos Gerbillus spp.
Trabajamos en concreto con tres especies, las tres presentes de forma natural en el desierto del Negev, que mantenemos en el animalario del propio laboratorio. Cada una en jaulas de colores distintos para que sea más fácil identificarlas, pues yo la verdad no los distingo aún nada bien:
Están por ejemplo los G. gerbillus, que son unas criaturas diminutas y tranquilas, la mar de adorables...
... y los G. pyramidum, bastante más grandes, y siempre hambrientos y con ganas de morder, ya sean tallos de alfalfa o dedos de investigador. Y una tercera especie (G. andersoni) que "ni chicha ni limoná", así que no se lleva foto (aunque sea la más numerosa de las tres que tenemos).
Son roedores que uno encuentra en estado silvestre casi a las puertas del campus, pero que tenemos en cautividad "por una buena causa", a mayores de la Ciencia: cuando va a haber un desarrollo urbanístico o agrícola por la zona avisan a mi jefa, y nos llevamos los jerbillos al laboratorio antes de que se los lleven por delante el arado o las excavadoras. Pero como no viven eternamente, pues los criamos también, para tener además ejemplares de edad y sexo estandarizados con los que hacer los experimentos. Pero de esos ya os hablaré otro día... cuando termine de enterarme yo.
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