miércoles, 26 de septiembre de 2018

Una semana de tiendas

De tiendas se ha ido medio pueblo, o eso es lo que parece al salir a la calle... aclaro: de tiendas... de campaña. En la semana de la fiesta de los Tabernáculos los judíos piadosos montan en sus jardines tenderetes donde comer y dormir; y en general parece que el país considera esta como una buena semana para irse de camping, ahora que ya el verano no aprieta tanto. Para variar, como a lo largo de casi todo este mes, el contingente israelí ha desertado el campus, y nos quedamos trabajando mayormente los extranjeros. Pero no he estado solo en el despacho, la verdad: el estudiante de doctorando trajo a su familia de visita (su hermana y él no pueden ser más iguales; mi jefa me dijo una palabra en yiddish que significa lo mismo que el cuspidiños gallego) y estuvieron un buen rato charlando a voces en la sala del café, junto a mi puerta abierta. Después fue mi jefa la que apareció con unos cuantos críos de escuela, enseñándoles los jerbillos y de paso al nuevo español... Pero la visita reseñable tuvo lugar a primera hora: recorriendo el brevísimo camino entre mi casa y los despachos, me abordó en hebreo un hombre con cara de preocupación. Al decirle que "ani lo... ivrit, only English" puso gesto contrariado y empezó a decirme que "mail, mail, gmail, office, gmail..."; y entendí a medias que quería que le dejase usar un ordenador. Como llevaba pistola al cinto tampoco me costó mucho invitarle a que me acompañase (me di cuenta luego de que era el vigilante de la garita de la entrada al campus), y al llegar a la oficina lo senté a trastear en el ordenador dela técnico, que el mío no tiene teclado en hebreo. Mientras el hombre se desenvolvía con bastante torpeza (tuve que enseñarle cómo poner la @, dónde estaba la techa del punto...), le ofrecí hacerle una taza de café, a lo que no puso reparos (a mí en hospitalidad oriental no me gana nadie). Al rato consiguió el pobre abrir su correo, abrir un correo, y señalarme un pdf que tenía adjunto... "paper, paper". ¡Sí hombre, con lo que cuestan los tóners! Pero bueno, descubrí cómo usar la impresora por primera vez, y allá que se fue el hombre tan contento con sus papeles... no sin antes pedirme también por señas unos cuantos folios en blanco (?), y pedirme que le echase el café que le había preparado en un vaso para llevar (!), que de casualidad encontré también... en fin, más que dignificado por ayudar al prójimo me sentí toreado por él, pero al salir del campus esta tarde al supermercado y saludar con la mano a la garita, otra fue la que me devolvió el saludo (no las tenía todas conmigo, la verdad). Ea, un amigo más...

1 comentario:

  1. Bueno, bueno... no menosprecies al karma: http://www.elmundo.es/viajes/europa/2018/08/30/5b8500d746163f08488b4613.html

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