lunes, 14 de noviembre de 2016

La "Costa Parda"

Un mes más tarde de mi visita con Cefe, volví el sábado con Miguel a Beaune, a pasear por los viñedos y el monte. Y nos encontramos con que la côte había pasado ya del verde al pardo, sin que pudiésemos gozar del estado dorado intermedio...

Fue un paseo muy entretenido en todo caso, bajo el sol y la temperatura agradable que no habíamos tenido en toda la semana. Y algo de oro aún quedaba, además; y muchos pequeños racimos sin vendimiar, como se medio ve en la foto. Esto me extraño, porque al probarlos (ejem...) vimos que estaban buenos. No sé si es que vendimian estos viñedos a máquina y éstas no fueron capaces de recoger los racimos pequeños, o es que, por la causa que fuese, la cosecha este año fue muy mala y los pocos racimos que se veían eran en realidad todos los racimos, y al propietario no le pareció que fuese a salir rentable cosecharlos.

A las grajas Corvus frugileus en cambio sí les salía muy a cuenta; a ellas y a los estorninos, que se pasaron el día de aquí para allá, trasegando uvas de la parra al buche.

También al zorzal charlo Turdus viscivorus le gustan mucho los frutos, pero éstos, muy desconfiados, no salían de la espesura y de lo alto de los árboles al viñedo. Comprensible, habida cuenta de la afición de los franceses a la caza: a fin de cuentas, "a falta de pan, buenas son tortas", se dice en francés faute de grives, on mange des merles ("si no hay zorzales, comeremos mirlos"), reflejando la estima en que tienen su carne. Comida no les faltaba dentro del bosque en todo caso, que estaban los tejos, mostajos, muérdagos y alheñas cargados de (cada vez menos, claro) bayas.

Tras el paseo por el monte, comimos de nuevo en el parque de La Bouzaise, donde me alegró poder añadir algunas especies nuevas a los archivos.

En nuestra primera visita ya había visto unos cuantos zampullines comunes Tachybaptus ruficollis, pero se habían mantenido, como suelen, siempre al amparo de la vegetación. El sábado en cambio un grupete de cuatro descansaban plácidamente en aguas abiertas, como pequeños patos de goma con culo de brocha de empolvar.

Y lo que no había en mi anterior visita y sí en ésta eran ánades frisos Mareca strepera. de plumaje sobrio pero elegante, con ese vermiculado que tienen casi pétreo. Como el laguito del parque, de aguas muy transparentes, abunda en vegetación subacuática, no tenían los frisos problema para comer sin molestar a nadie. y lo digo porque cuando la vegetación está mala de conseguir, tienen la costumbre de arrimarse a las fochas (buceadoras éstas) para quitarles por las malas las hierbas con que suben del fondo.
Fue un buen punto ver en el parque estos frisos, silvestres pero tranquilizados por la conifanza que les trasmitían las otras aves, más relajados que cuando uno se los cruza en una laguna cualquiera en la naturaleza.

... aunque no tan relajados y espabilados como los azulones Anas platyrhynchos que nos rondaron los pies, con una insistencia bastante marrullera, hasta que nos terminamos las últimas migajas de los bocadillos. Nos verían cara de focha...

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