miércoles, 31 de agosto de 2016

Cosecha bicolor

 Trascurridos tres meses, la tierra ya no verdea hierba verde, sino que los rastrojos de la siega del forraje y del cereal tiñen A Limia de ocre y dorado. Se secaron también las patatas, y tocó recogerlas: los deberes de agosto.

 De modo que bien de mañana, y sin avisar, para que nadie me tocase las narices explicándome cómo no se cogía una azada, bajé un día a la huerta a empezar a hacer músculo, intentando no partir ninguna demasiadas con el filo de la herramienta.

 Y ¡oh, sorpresa! Nadie me había dicho que una de las tres hileras plantadas, lo estaba de patatas rojas. Al verles la cara mi madre, sin motivo aparente, se arrepintió de haberlas echado; pero yo me alegré en cambio al descubrirlas, por el hecho de tacharme una hortaliza nueva. Que ya hay que estar enfermo...

Aquí las veis, cara a cara, Kennebec y Red Pontiac, cerca de 30 Kg surgidos de los 5 iniciales. No es mucho, pero más que suficiente para los que so(mos)n en Orense y lo que se consumen. Y el año que viene, se chegamos alá, ya Dios dirá.

martes, 30 de agosto de 2016

Veintitrece

 Salió ayer el TGV* de París a última hora del día camino de Dijon, atravesando rastrojos de cereal dorados por la luz del ocaso, y llevándome de vuelta a casa tras dos semanas de vacaciones que concluyeron con el viaje que os comentaba hace unos días Supongo que es eso que mencioné también en la entrada anterior, lo de "volver a casa", lo que hace que, aunque no haya llegado a Dijon con muchas ganas, tampoco lo haya hecho con pena. Hoy me quedo en casa, aterrizando, pero mañana ya vuelvo a la facultad a hacer rendir a tope la media postdoc que me queda. Espero que así sea.
Pero por de pronto, tocará en los próximos días contaros bastantes cosas de las vacaciones, puede que incluso todavía de la aldea, pero básicamente de estos cinco días pasados, itinerando por la costa de Vizcaya y la de Gascuña. Días de mucho coche, pero en los que exprimimos al máximo cada parada. Cinco días con bimbo incluido que han sido como un gigantesco regalo de cumpleaños, aunque ayer el día en sí careciese de tarta. Pero quién quiere treinta y tres velas, teniendo dos soles...

En el puerto de Bermeo, el jueves pasado
* En línea con otras tantas cosas del país, los modelos trenes franceses tienen todos una pinta bastante antigua (incluso anticuada) en comparación con los españoles, pero de momento la puntualidad es siempre excelente, y no tienen ese horroroso olor a TALGO del que siempre me quejo...

jueves, 25 de agosto de 2016

Itinerancias

Típicamente, cuando el tren entre Orense y Madrid pasa por la zona de la Sierra de la Culebra, se pierde la cobertura móvil española en favor de la portuguesa: empiezan a llegar SMS indicando las nuevas condiciones de uso, y uno tiene que tener cuidado si anda con los datos móviles activados... o bueno, es algo que me pasaba cuando usaba R; ayer, con la tarjeta prepago de Movistar que uso cuando vuelvo del destierro, el móvil se ha portado bien.
Se van terminando las vacaciones, y tocó ayer pasear por Madrid oliendo a tren, disfrutando del sol brillante y del parloteo de las cotorras. Vi a Joaquín, y a nadie más, pues inexplicablemente la gente no parece tener ganas de quedarse aquí en verano...

¡Qué bien se está en Madrid, aunque a tres o a 35º!
Y hoy, de viaje otra vez, de vuelta a Francia. Pero al menos una vuelta pausada, por etapas y en buena compañía: como otrora yo en Lund y Edimburgo, Álex y Andrea comienzan en septiembre a disfrutar de sus primeras estancias predoctorales, el uno en Lovaina, la otra en Berlín. Y ya que tienen coche y ganas, pues en coche suben; y yo de paquete, me quedaré el lunes en París y de allí a Dijon. De vuelta a casa y a vosotros. ¡Hasta entonces!

miércoles, 24 de agosto de 2016

Pirómanos y presidiarios

 Frente al club náutico de Aguete, la marea en desbandada va descubriendo cada vez más bolos graníticos, que cambian la cobertura de guano y salitre de fuera del agua por otra de balanos, mejillones más abajo, y algas más abajo aún.

 La bajamar es como una sirena que anuncia que la mesa está puesta, y los cangrejos salen por decenas de sus refugios a dar buena cuenta de lo que sea que el mar se haya dejado atrás.

 Aunque hay otras especies más pequeñas, en los roquedos litorales gallegos los queimacasas, los cangrejos corredores Pachygrapsus marmoratus, son la especie dominante. Al menos en las zonas al abrigo de los niños de interior ociosos.

 ¡Ándate con ojo, pequeñajo, que ese abusón te esta mirando demasiado y ya sabes que el bullying entre los tuyos suele acabar con uno de los dos en la tripa del otro!

 Los brillos del sol en la superficie hacen extraños en la foto, y no se aprecia bien lo transparente que llegaba a estar el agua, cosa rara en la ría, permitiendo ver el fondo como si de un acuario se tratase.

 Y de repente, entre los corrientes sargo, múgiles y lubinas, apareció la estrella del verano, el bicho que más ilusión me ha hecho ver en todo lo que llevamos de vacaciones: ¡un reo! El reo, o trucha marina Samo trutta trutta, es una variedad de la trucha de río, la "normal", que se comporta como un salmón: vive de forma habitual en el mar, donde la abundancia de alimento le permite crecer bastante más que a sus primas fluviales, y los ejemplares adultos remontan los ríos para reproducirse. Aparentemente hay zonas donde reos y truchas, aunque frezan en las mismas áreas, no se cruzan; mientras que en otras sí lo hacen, y el rasgo de ser fluvial o anádromo se manifiesta como si fuese un simple morfo... temas para investigar. En cualquier caso, y pese a la imaginación que hay que echarle a la foto, me gustó mucho toparme con este animalillo: los peces no tienen tanta "personalidad" como para írselos tachando por ahí, pero la cosa cambia con taxones como éste, cuya curiosa biología hace que a uno "le suenen" de antemano.

Y sobre una roca, tan pancha, una gaviota cabecinegra Larus melanocephalus (ya bastante poco cabecinegra); una de varias que andaban por la ría adelante: ¡curioso concepto, ese de bajar a "invernar" en agosto ya! Concepto que suscribo totalmente...

martes, 23 de agosto de 2016

Cuatro cruces

Cuatro veces crucé ayer el Ulla, yendo en tren de Orense a Pontevedra y vuelta, vía Santiago; que aunque suene a rodeo fastidioso se hace en realidad muy deprisa. Cuatro veces, y tras el segundo cruce, oí decir a los que iban sentados detrás de mí "eso debía de ser el Miño"... en fin, tampoco se acaba el mundo por eso. En caso de duda, preguntad por la identidad de valles, ríos y demás accidentes geográficos a las golondrinas dáuricas, que deben de haber firmado contrato de exclusividad con ADIF para poder instalar un nido en cada nuevo viaducto...
Cuatro veces crucé el Ulla, y entre las dos primeras y las dos últimas hubo algo de playa, algo de bicheo, algo de mariscada... y en general mucho de pasarlo bien (salvo mi espalda... es lo que tiene exponerse al sol un único día al año). Ya cuando baje las fotos os doy más detalles, ¡que hasta me taché un pez!

¡Cambia a un móvil mejor, Raúl!

lunes, 22 de agosto de 2016

Volviendo poco a poco

Ahora que ya ha finalizado mi breve retiro informático en la aldea, habrá que ir retomando el blog poco a poco, sin atragantarse tampoco. Pero como he estado muy vago para sacar fotos en Vilar de Barrio... o "muy vago", a secas, y no tengo gran cosa que contar; a la espera de ver si mientras visite hoy a Raúl en Marín sucede algo interesante, os dejo con una de las pequeñas joyas que nos regala de vez en cuando la TVG. A ver si pilláis la sutil referencia cinematográfica...

martes, 16 de agosto de 2016

Ecuador a la vista

Forcé un poco ayer al hablar de la mitad de mi estancia postdoctoral, por no perder la gracia del día 15 (que es, sí, el que llegué a Borgoña); pero como en realidad empecé a trabajar oficialmente el 1 de marzo, el ecuador verdadero será dentro de unos días. Pero no esperéis que lo recuerde de nuevo aquí: tras este fin de semana de puente en Orense, con los cuatro hermanos juntos, viendo a las gaviotas de que os hablaba anteayer acosar con prudencia a las águilas calzadas que de vez en cuando vuelan bajo por el barrio; nos vamos mi madre y yo a pasar lo que queda de semana a la aldea, lejos de Internet. Echo pues la persiana por unos días: sed buenos, y hasta que volvamos a vernos.

lunes, 15 de agosto de 2016

Aniversario mostacero (VI)

Me pilla la mitad de la postdoc, no en Dijon, pero sí lejos de Madrid. Bajaré en pocos días, pero que con no ser tantos, se hacen a veces muy largos, en esta esquina peninsular, en este mes de agosto en que nunca pasa nada. Nada salvo que, el aniversario del día en que Islero decidió que era él el que ponía las reglas del juego, nació vuestro escritor favorito...

domingo, 14 de agosto de 2016

Si tiene cuerpo de charrán, pico de charrán, pinta de charrán...

... pues será un charrán, ¿no? Tal vez estéis esperando que os hable ahora de cosas que no son lo que parecen, como a veces hago, pero no: hoy toca hablar de cosas que son lo que aparentan ser, a pesar de que inexplicablemente la gente se empeñase en pensar otras cosas...

Paseando ayer por Orense, escuchando piar en algunos tejados a los pollos ya grandes de gaviota patiamarilla llamando a sus padres (llevan algunos años las gaviotas criando en la ciudad), escuchándolas ahora mismo volar sobre el patio de luces, y a mi madre quejarse entre dientes de que "ya andan ésas por ahí... ya parece esto un puerto de mar"; me di cuenta otra vez de lo que las echo en falta en Dijon, a las pobres, que no tienen un río cerca donde remojarse. Y enlazo esta introducción ya con el tema de la entrada: desde hace varios años (ya sea porque realmente llegaron hace unos años, ya porque hay más pajareros con mejor material e información) vienen registrándose en Europa una serie de charranes con toda la pinta de ser charranes elegantes Thalasseus elegans, una especie bastante similar a nuestro charrán patinegro, del que se distingue a simple vista por el pico (y otros detalles menos evidentes). Estos animales aparecían de hecho mezclados con los patinegros, criando en sus colonias, ya en parejas mixtas, ya puras. Algunos de estos bichos fueron capturados y anillados con anillas de colores, lo que permitió comprobar que los mismos ejemplares aparecían según los años en colonias de patinegros de España o Francia. Eran bichos que reunían todas y cada una de las características con que las guías describen al charrán elegante, pero que... como esta especie sólo cría en las costas de California y Baja California, pues los distintos comités de rarezas se resistían a aceptar como tales. Comprensibles las reservas, supongo; pero es un hecho también que hay otras muchas especies "exclusivas" del Pacífico que se han registrado en el Atlántico. Sea como fuere, por toda Europa nadie se atrevía a dar por válidas estas citas, alegando que tal vez fuesen híbridos de charrán patinegro con alguna otra especie, y en España por ejemplo se iban apuntando como "charrán de <<pico naranja>>". Hasta que por fin un trabajo genético de lo más completo ha venido a demostrar lo evidente: que los charranes que tenían toda la pinta de ser charranes elegantes... eran charranes elegantes. La noticia en español, aquí; y mucho mejor documentada, aquí.

Y de regalo, otra noticia sobre el hallazgo por vez primera de, no parejas aisladas como en años anteriores, sino una colonia de rabijuncos, otras aves marina de lo más resultón, en Fuerteventura.

sábado, 13 de agosto de 2016

A 30.000 pies

Sentado junto a la ventanilla, a 30.000 pies de altura y de nuevo con el cielo totalmente despejado, la sensación de estar viendo un documental se acentúa, y las notas mentales se acumulan una detrás de otra... Francia entre París y Nantes es el reino del bocage, y uno no deja de pensar en los veranos pasados, en que por estas fechas estaría encantado buscando en este tipo de paisajes capturar cuantas más currucas mejor. Al sobrevolar su desembocadura, y tras haber visto varios centenares de kilómetros de serpenteante Loira, con sus afluentes, charcas aledañas y demás, uno se fija en un par de cosas: primero en qué distinto es esta paisaje del español, sin montañas ni embalses. Y después, en que no sé por qué seguimos pintando en los mapas los ríos de azul, si salvo en algunos montes del prepirineo jamás he visto el agua dulce de ese color. Salimos al Atlántico, y al ver la interminable costa arenosa, que se extiende desde aquí hasta el Bidasoa, interrumpida sólo por los estuarios de los ríos, pienso en qué aburrido debe de ser para un niño gallego explorar estas playas, sin rocas en las que buscar anémonas, cangrejos y estrellas de mar. y pienso en la de señoras gallegas que habrán muerto extenuadas, intentando llegar a tocar las rocas del otro extremo de la playa antes de dar la vuelta...

... paréntesis (esta vez sí) azul, y tras dejar Picos de Europa más a la izquierda (¿debería hablarse también de babor en las naves aéreas?) que la vez anterior, entramos en Galicia sobrevolando la ría de Ribadeo, dejando para los que pueden asomarse a estribor las vistas de Estaca. Yo en cambio veo un Calvario tras otro, cumbres peladas sembradas de cruces de tres brazos. Y fincas de árboles en orden de batalla: los grandes verdes, los pequeños azulados, y los medianos según: ambos colores aparecen repartidos al azar, a medida que cada uno los eucaliptos alcanza la adolescencia. Aterrizamos, y al coche: en aire huele a caramelo de la garganta y al este, entre la bruma que no es tal, una naranja sanguina se va ocultando tras los montes, camino del horizonte: como cada verano, Galicia arde con alegría.

jueves, 11 de agosto de 2016

L'Arquebuse

¡Vacaciones, por fin! Tras tres semanas en una facultad prácticamente vacía he terminado algo asqueado, y tenía ya ganas de variar un poco la rutina. Mañana por la tarde volaré si Dios quiere directamente de París a Santiago, y a Orense luego; pero he empezado a cambiar de aires visitando esta mañana, junto a la estación del ferrocarril, el Parc de l'Arquebuse.

 Este parque funciona como jardín botánico, y tiene además dos museos: un "Museo de Ciencias" con un pequeño observatorio astronómico, parte de Geología, Física y cosas así, al que no hice mayor caso por esta vez; y otro "Museo de Historia Natural" que sí visité. Me apetecía ver cómo de decente (o indecente) era un museo de estas características instalado en una ciudad comparable a Orense (que no tiene) o Santiago (que sí)...

 ... y me quedé gratamente sorprendido, la verdad; o mejor dicho me dio un poco de envidia y pena no haber tenido algo así en Orense de pequeño. Es un museo bastante nuevo/reformado recientemente, y aunque con cosas mejorables, la verdad es que para su tamaño me dio la impresión de que resultaba bastante completo.

 Empezaba haciendo un recorrido muy breve por la historia de la vida en la Tierra, deteniéndose sobre todo allí donde podía lucirse enseñando fósiles "locales", de la región: en concreto restos de plantas y anfibios del Carbonífero (imagen), fósiles de invertebrados marinos del Jurásico, y restos relativamente recientes de mamíferos del Pleistoceno.

 Había una serie de dioramas sobre "hábitats de Borgoña" que, pese a estar montados con animales mejor o peor disecados, la verdad es que conseguían dar el pego bastante mejor que los del museo de Santiago: es lo que tiene saber moderarse un poco, y no querer meter cuantos más bichos por metro cuadrado mejor.

 Me gustó bastante esta vitrina de peces de agua dulce, no sabría deciros muy bien por qué...

 Las ganas de "presumir de cromos" sí se les desmandaban un poco en otra serie de vitrinas dedicadas a la fauna del resto del mundo, donde ya los bichos estaban mezclados forzando un poco las conexiones entre ellos...

 Y me gustó por fin ver a éstos, asomando la cabeza desde un segundo piso al que no se podía subir, que me pregunto qué tesoros albergaría...

 Un museo pequeño y que se disfrutaba sin empacho, la verdad. Y luego fuera, a pasear por el jardín, a ver las plantas y los bichos todavía vivos, como esta lagartija roquera Podarcis muralis...

 ... o esta percasol Lepomis gibbosus. A un pequeño arroyo que atraviesa Dijon básicamente soterrado, el Raines ("Ranas"), le permiten aquí asomarse a la superficie para formar un canal y un estanque con unos cuantos patos y peces. Busqué en sus orillas los batracios que le dan nombre para intentar fotografiarlos e identificarlos, pues cualquiera de las ranas verdes centroeuropeas sería nueva para mí, pero me temo que no tuve éxito.

 El jardín botánico en sí, de tamaño modesto, tenía un poco de todo: algunos parterres de flora local que, comprensiblemente y dado lo avanzado del verano, habían conocido tiempos mejores

 ... arriates puramente ornamentales de flores de verano, como estos tabacos de jardín Nicotiana alatum, que olían bastante bien (ya podríais fumar de éste)...

 ... o una sección de variedades hortícolas en la que tampoco me paré mucho, que ya estos días en Vilar de Barrio me tocará prestarles tal vez más atención de la que me gustaría.

¿La reconocéis? Así lucen las alcachofas cuando, en vez de cortarlas cuando todavía son capullos, se deja que la flor se abra: un cardo bastante grande y vistoso. Con la alcachofa me despido pues; la siguiente entrada, si el humo de los incendios nos deja aterrizar en Lavacolla, será ya desde casa...

martes, 9 de agosto de 2016

Juegos olímpicos científicos

 Poco que contar; os dejo con una adaptación al mundo de la investigación científica hecha por @wandedob de la especie de púas estas de guitarra que han diseñado como logotipos de las distintas disciplinas olímpicas de Río, por si a alguno de mis escasos lectores veraniegos les hace gracia... ¿mi preferido? "Diciendo 'sí' al revisor".


lunes, 8 de agosto de 2016

Teatro

Un domingo cualquiera por la tarde, ayer mismo sin ir más lejos, en algún lugar de Francia un cerebro ocioso empieza a pensar en el teatro. El teatro en tanto género literario, sin ir más lejos. La épica se escribe para ser leída, está claro. La lírica... con la lírica me entran dudas, que ya expresé en cierto modo en su momento. Pero ¿y el teatro? ¿El teatro se escribe para ser leído... o para ser representado? Imagino que nadie se plantearía esto siquiera hasta que en la Edad Contemporánea, al generalizarse la educación en todos los estratos sociales, "el vulgo" pudo empezar a leer de forma masiva... Lope evidentemente no escribía para que lo leyesen, sino para triunfar en los corrales. Pero entonces... ¿tiene sentido que en las clases de literatura de la escuela se lean obras de teatro, o deberían en cambio verse las representaciones? ¿Los dramaturgos actuales, escriben para ser leídos o para ser representados? ¿Existen esos dos tipos de teatro? Si, como decía en la entrada de arriba, en cierto modo los músicos han "sustituido" a los poetas, ¿han sustituido los guionistas a los dramaturgos? ¿Deberían estudiarse y preguntarse en selectividad los guiones premiados con un Óscar, por ejemplo?

¿Y por qué lleno esta entrada de preguntas? Supongo que porque soy un ignorante: imagino que más de un teórico literario habrá tocado ya estos temas, y que esta entrada debería ser más bien un "a esta pregunta Fulano de Tal dice esto, y yo (no) estoy de acuerdo"... Aquí se quedan, para que cuando la relea a la vuelta de los años piense en si he dado ya o no con las respuestas. Para acordarme y sacarlas como tema de conversación cuando me toque ir de copiloto en algún viaje largo...

domingo, 7 de agosto de 2016

"Tomates" de patata

 No me queda el supermercado especialmente cerca de casa en Dijon (ya os lo dije, muchos no hay), y suelo ir los sábados por la mañana con el carro, para aprovechar bien el paseo. Paseo dado mayormente entre casitas con sus jardines, que a menudo me dan la sensación de estar más en una aldea que en una ciudad. Hasta ayer por la mañana esa sensación era un tanto indefinida, pero entonces tuve una modesta revelación: no era como estar en Vilar de Barrio, sino como rehacer el camino que, de pequeño, hacíamos para ir a comprar desde el apartamento de la playa hasta Portonovo: también con el carro, también con el sol (cuando lo había...) siempre tamizado por algunas nubes, también por un paisaje más verde que urbano... si es que ¡hasta los feos bloques de edificios de Dijon, de techos planos y balcones en serie, parecen bloques de apartamentos de verano!

Exagero un poco tal vez, pues el recorrido de mis veranos infantiles era infinitamente más rural que el de ahora, y por lo que veo en GoogleMaps debe de seguir más o menos igual: porches emparrados, algunas huertas, setos de laurel, endrino y espino albar, campos de maíz, que allí sembraban en grupos de tres en vez de de uno en uno, no me preguntéis por qué; campos de patatas... tampoco sabría explicar por qué allí las patatas llegaban a fructificar y en mi aldea no, aunque florecer sí que florecen; supongo que será cosa de la variedad. Me refiero al fruto "de verdad" de la planta, que recuerda mucho a un pequeño tomate (patatas y tomates son parientes bastante próximos) y que, ahora que lo pienso, no sé si he visto en más sitios... No estaba muy bien comunicado el apartamento la verdad, uno de los muchos motivos por los que al final pasó por nuestra historia familiar con más pena que gloria... pero la verdad es que era un paseo agradable. O me lo parecerá ahora, a la vuelta de los años. Tanto mejor así.

PD. Igual por el título pensabais, erroneamente, que os iba a hablar de las patatomateras, conseguidas por injerto...

sábado, 6 de agosto de 2016

Cenicientas

 Brilla el sol con alegría este sábado en Dijon, aunque sin llegar a hacer sudar, y se agradece como cambio con respecto a lo que hemos tenido esta semana: cielos cada vez mas grises, nubes que fueron creciendo sin prisa hasta deshacerse a lo largo del jueves y hasta ayer por la mañana... nubes cuyo color me hizo pensar en la pequeña "invasión" de cornejas cenicientas Corvus cornix que vive la Península este año.

 Seis citas desde final de primavera hasta ahora, atendiendo a los registros de ReservoirBirds; que podrán no pareceros muchas, pero es que esta prima hermana de la corneja negra, a la que sustituye en Europa del Este, Levante y Egipto, es de las rarezas raras, valga la redundancia, pues los córvidos no suelen ser de migrar mucho. Sin embargo en los últimos años se van dejando ver dos o tres cada invierno, y se ve que este 2016 han decidido dar la campanada y aparecer repartidas un poco por todas partes...

Aunque me las he cruzado en mis tres estancias y cuando he estado en Italia, apenas tengo fotos de estos bichos, y además, malas. Lo que sí tengo una historia curiosa, sucedida hace casi justo seis años y que los lectores más fieles tal vez recordéis. Y para los que no, aquí os la dejo de nuevo...

viernes, 5 de agosto de 2016

El héroe olímpico

Se inauguran esta noche los JJ. OO. de Río y a mí, que ver deporte televisado me provoca incluso menos ilusión que ver un gato con ínfulas, me da bastante igual. Pero un artículo de prensa de hace un par de días consiguió tocarme un poco la fibra, al recordarme la gesta del hombre que no sabíamos si se ahogaría o no antes de terminar los 100 m... con el amigo Moussambani os dejo; para que tampoco vosotros os olvidéis de él.

martes, 2 de agosto de 2016

Dijon en agosto

Dijon en agosto... es un rollo, la verdad. Salvo el centro histórico, que este fin de semana estaba hasta arriba de gente, la ciudad se ha vaciado (y la facultad, ni os cuento); resulta realmente llamativo la diferencia que hay entre estar allí en el centro en una calle y pasar a la de al lado, como si un muro invisible impidiese a la gente extenderse más allá. Todos los dijoneses se han marchado de vacaciones y atrás han quedado sólo los que no han podido huir, como en las guerras: los más viejos, los lunáticos y pandillas de chavales con pinta de maleantes.

Por irse, se han ido ya los vencejos, al mismo tiempo que se habrán ido ahí abajo; y se han ido hasta las flores: esta pequeña plaza que os pongo aquí luce bastante bonita, pese a las malas fotos que hace mi móvil aquí; pero por motivos que se me escapan la verdad es que la inmensa mayoría de los parterres de flores, que tan justa fama dan a otras muchas villas franceses, están en su mayoría ya pasados, como a la espera impaciente de un otoño al que aún le queda medio verano para llegar. Aunque yo ya tengo que volver a cenar con la luz encendida...