martes, 4 de julio de 2017

No está hecha la miel para la boca del asno...

 ... pero sí para la del ratel. Hace poco me di cuenta de que el bote de miel que tengo por casa tenía impresa la inconfundible silueta del Mellivora capensis, un mustélido que vive por toda África subsahariana y Oriente Medio hasta la India, famoso porque en algún momento el Libro Guinnes decidió colgarle el exagerado sambenito de "animal más feroz para su tamaño", y por su gusto por la miel, exagerado también por los apicultores de las zonas en que vive, a los que no tiembla el pulso a la hora de dispararles o ponerles cepos o veneno. La etiqueta del bote de miel indicaba precisamente que el producto había sido extraído de colmenares amigos del ratel, aunque dicha "amistad" no implica que se le ponga al bicho mesa y mantel, sino que las colmenas se mantienen lejos de su alcance mediante métodos tan sencillos e inofensivos como ponerlas sobre trípodes. Nada que nos suene raro a los del norte de España, vaya.

Pero el ratel, para los que nos criamos entre libros de animales, es también el protagonista de una historia de esas que, por ser mil veces repetidas, acaban transformándose en ciertas: hay un pajarillo en África, el indicador grande Indicator indicator, que entre sus múltiples características curiosas tiene la de alimentarse casi en exclusiva ¡de cera! No de miel y larvas de abeja como la mayoría de los animales que asaltan las colmenas, no: directamente de cera, hasta el punto de entrar en las capillas de los misioneros de antaño para picar los cirios. El pajarillo de todas maneras se llama indicador, y no cerero, por un motivo aún más sorprendente: porque cuando se topa con un humano y está hambriento, se posa cerca de él. Y si ve que es un misionero simplemente le roba un cirio, pero si no lo que hace el bicho es emitir un canto especial y comenzar a moverse poco a poco, con la esperanza de que el humano lo siga. Si esto sucede, el indicador lo guiará hasta donde haya una colmena protegida en un hueco de árbol o entre peñas, con la esperanza de que el humano, al querer sacar la miel, destruya la colmena lo suficiente como para que pueda él luego comerse la cera.
Esta asociación del indicador grande con los humanos está extendida por buena parte de África, y ha sido suficientemente documentada tanto a nivel científico como en multitud de documentales. Pero como los humanos no dejamos de ser unos recién llegados a este mundo, los científicos supusieron que la costumbre de indicar del indicador debía de haber surgido antes, y el ratel, fuerte y amante de la miel, era el candidato ideal...

De modo que ilustraciones como esta, o historias al respecto, se encuentran en multitud de obras de zoología. Pero nunca veréis fotos o vídeos del asunto porque, hélas!, no tiene visos de ser cierto. Otro mito que se nos cae. No por ello tengo menos ganas de ver un ratel, o un indicador. Y desde luego me muero de ganas de que uno de estos pajaretes me escoja para llevarme de paseo. Solo espero que no sea tras aliarse con un león...

8 comentarios:

  1. anda con lo curiosa y bonito que me parecía el asunto y al final de la entrada dejas la posibilidad abierta de que sea un bulo :(

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    1. ¿Pero te refieres al pájaro guiando personas, o rateles? Lo de los rateles es lo que es falso, lo de las personas está muy bien comprobado.

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    2. Cierto es lo de los rateles. claro. Pues muy chula la historia y bien contado y enlazado gracias por compartirla.

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  2. Qué historia más chula! Me ha parecido muy guay, aunque Alex no se la crea xD. Me imagino a Brego siguiendo al pájaro y con los belfos chorreando miel jajaja

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    1. ¡Qué mal me parece su incredulidad! :-| Que mire el enlace que he puesto, que lo mire y vea que es un Science...

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    2. Que lo lea él, que pa eso está el blog :p

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