Encerrado de sol a sol en el laboratorio, como apuntaba ayer, me termino enterando tarde y mal de las cosas. El martes a última hora fallecía Don Javier, actual cabeza del Opus Dei, institución a la que debo buena parte de mi formación religiosa, de mi forma de entender el trato con Dios, que en definitiva es lo único que nos importa en esta vida (y en la que viene). Comparto tristeza con otros muchos amigos, que se quedan sin padre; y también hasta cierto punto el consuelo de saber que he visto en persona a un hombre de Dios. Lo de "santo de altar" ya lo dirá si toca la Iglesia, a la vuelta de los años... aunque yo pocas dudas tengo.
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