Naval Hill. Ya debería sonaros, de entradas anteriores. El sábado de la semana anterior pretendimos Joaquín, Juan y yo pasarlo en el Botánico, pero al llegar allá resultó que estaba cerrado "para una fiesta privada"; eso nos dijeron los de seguridad. De modo que un poco contrariados, y aún con ganas de monte, le pedimos al taxista que nos llevase a este otro monte, al otro lado de la ciudad.
Así, no nos acercamos a la parte "bonita" hasta el final, pues echamos la mañana, que por suerte no era tan calurosa como luego los días de esta semana pasada, dando una vuelta por los senderos de la zona más salvaje, hasta el antiguo planetario y vuelta, intentando ver algunos de los animales "salvajes" que andan sueltos por allí.
Casi al principio, me llevé un alegrón al descubrir a esta pareja de artistas: unos bubús silbones Telophorus zeylonus, a los que prefiero llamar por su nombre inglés/afrikáans de bokmakierie, mucho más bonito, y que pretende ser onomatopéyico. Estos se supone que deberían ser aves comunes de jardín, pero no los había visto hasta esta vez: grandes como un mirlo, y muy bonitos, los bokmakieries se mueven en pequeños grupos que suelen cantar al unísono. Estas aves pertenecen a la familia Malaconotidae, un grupo de aves endémicas del África tropical, todas muy bonitas (algunos ejemplos) y con voces muy características, que se conocen en inglés con el nombre común de bush-shrikes, "alcaudones de matorral".
De hecho, antes se los clasificaba, junto con los alcaudones encopetados y los alcaudones "normales", en la familia de estos últimos, los lánidos. Pero vino luego el ADN a enseñar que, aunque verdaderamente emparentadas entre sí, las aves de estas familias no son parientes tan cercanas.
Alcaudones de los de verdad, del género Lanius, también los hay en Sudáfrica: dos especies euroasiáticas que vienen aquí en invierno/verano, y esta, el alcaudón fiscal L. collaris, residente en buena parte de África tropical.
Y donde no vive esta, viven otras varias especies muy similares, blanquinegras y colilargas. El alcaudón fiscal es de mis aves favoritas por ser un alcaudón: cabezón y peligroso, un pajarillo con alma de águila; y además por ser aquí al menos, este sí, una especie urbana, que llevo viendo casi a diario desde que llegué a Sudáfrica. Algunos ejemplares, aunque son los menos, tienen una ceja blanca que, al delimitar una máscara negra, les da todavía más "cara de alcaudón", como la que tienen todas las especies fuera de África.
Alcaudones vimos muchos en poco tiempo, y también cebras, avestruces, jirafas y los dos antílopes que viven en este parque "urbano". Este es un blesbok Damaliscus pygargus, no lo había sacado aquí antes, y es uno de los que más ganas tenía de ver. No creo que queden poblaciones salvajes-salvajes del mismo ya en ninguna parte, pero me aguantaré antes de tachármelo a verlo en algún parque nacional... hay que ponerse algunos límites, ¿no?
Los ñus azules ya los conocéis, en cambio; nos movemos con este en aguas conocidas. Y menos mal que ya los había visto antes, que si no habría dudado a la hora de apuntármelo, y eso que ¡lleva crotal!
También ya reconoceréis sin dudarlo a este lagartito, o al menos lo reconoceréis como algún pequeño agama sin identificar. "Comida de alcaudón" podemos llamarle, si no. A ver si llega a grande, estando tan bien acompañado allá en en parque...
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