¡Feliz 2018, compañeros de la Red! El primer pajarillo del año, que tardó en salir, fue una lavandera blanca que saltaba de charco en charco por el aparcamiento de la estación de ferrocarril, una escena muy propia de estos días plomizos y húmedos...
... y vayamos de una lavandera blanca a otra:
Una lavandera africana Motacilla aguimp, que triscaba hace menos de un par de meses por los bancos de arena del Sabie, frente al amplio mirador del campamento de Skukuza. Su apellido de "africana" ya lo dice todo con respecto a este año... Cuando hace 365 días, tras ver una paloma, os decía que "a partir de aquí, solo se puede mejorar", mal sabía yo hasta qué punto era eso cierto, pues de hecho aún me faltaban cinco para enviar la oferta de posdoc que eché para irme a Bloemfontein... Desembarcar prácticamente en la otra punta del globo en mayo lógicamente ha acarreado una cascada de especies nuevas que, de tan grande y abrumadora que ha sido, a pesar de que he podido procesarla a lo largo de meses, ni siquiera sé cómo de grande es, pues no llevo una lista real de las cosas nuevas que veo; me limito a marcarlas en las guías. Inútil pues intentar mencionarlas todas, y sería además muy tedioso, así que me quedo con impresiones generales: con las primeras especies que vi, el primer día, los primeros días, con las que el subidón todavía fue fuerte (los hadadas, las palomas de Guinea, los gorriones del Cabo, el barbudo crestado, el alcaudón fiscal...); con las primeras observaciones de grupos que para mí eran especialmente emblemáticos: tejedores, anteojitos, aves ratón, abubillas arbóreas, cálaos o turacos...; con el placer que me produce conseguir identificar con plena certeza alguna de las múltiples especies de aves pequeñas, marrones y huidizas; con lo bonitas que han sido todas las nuevas especies de herpeto que he visto, en especial las agamas... Con algunos mamíferos también, supongo: las mangostas amarillas que veo casi cada día por el campus, que me parecen unos bichos adorables. Y con haber visto tanto, casi me agobia más la lista de asignaturas pendientes, a la que intentar dar salida este año: visitar alguna zona húmeda grande e hincharme de verdad a ver patos, garzas y cosas así. Intentar todo lo contrario: ir al desierto-desierto. Y sobre todo acercarme de una vez al mar, que hay ahí abajo mucha, mucha tela que cortar...
Y si Dios quiere, tacharme alguna de las pocas especies que me quedan por ver en España. Para lo que digo yo que tendré que volver...
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