"¡Adiós, que me voy!" No es que esta tortuga de Speke Kinixys spekii que vimos nada más entrar al Parque se alejase muy deprisa de nosotros, pero la imposibilidad de bajar del coche hizo que tengáis ahora que contentaros con verla de espaldas. En el Kruger en julio vi por vez primera una tortuga terrestre en Sudáfrica, el país con más especies del mundo. Era una tortuga leopardo, y desde entonces la habéis visto asomar la cabeza fuera del caparazón por aquí más de una vez; pero todavía ha sido esta de Speke la segunda especie que veo. Las Kinixys se conocen con el nombre genérico en inglés de "tortugas bisagra". Como no se aprecia apenas en la foto mirad esta otra: el último tercio del caparazón, justo por delante de las patas traseras, tiene una zona de flexión, que permite a la tortuga, tras retraerse, cerrar la abertura trasera, para mayor seguridad.
Pero vamos con los escincos, que como ya os contaba en julio, son los lagartos más abundantes del Parque. Repito en esta las tres especies de aquella entrada, me temo, pero es que son bichos muy bonitos; ved si no este Trachylepis varia, qué elegante, con esas estrías y puntitos blancos.
Pude esta vez al menos sacar fotos de los T. margaritifer, los lagartos que todo el mundo que visita el Parque recuerda, por lo llamativo de su diseño a bandas negras y crema y la cola azul celeste.
Pero ya sabéis que ese es solo el diseño de los juveniles y las hembras: los machos adultos como este, como veis, no se les parecen en nada.
En algunos campamentos del Kruger los T. margaritifer se pasean entre las mesas de las cafeterías, a la espera de que les caiga algo, pero los que fotografié arriba, en el recinto de los rinocerontes donde íbamos a anillar, eran de lo más tímido. No así el T. striata de esta foto, mi vecino de bungalow, que salía sonriendo a mirarme cada vez que me sentaba fuera a comer o a tomar el aire.
Y un día lo sorprendí haciendo lo propio: escuché un rebullir entre la hojarasca y apareció mi colega con este saltamontes en la boca, al que su aspecto de palo no lo camufló lo suficiente. le llevó un buen rato de sacudidas rematarlo y tragárselo, pero al final se fue el saltamontes gaznate abajo: a la vista de la panza que se gasta, mi amigo el escinco parece tener buenas tragaderas...
Otro lagarto muy recordado por los visitantes que lo ven suele ser este: el agama de cabeza azul Acanthocercus atricollis, un lagarto arborícola que, como casi todos los agamas, se alimenta sobre todo de hormigas y termitas. Y digo que es un animal muy recordado porque, aunque el macho de la foto no había desarrollado aún su coloración de cortejo (¿o ya se le habría pasado?), en el momento álgido son bichos espectaculares, y de nombre por lo demás bien merecido.
Una hembra, menos llamativa, pero nada fea ni mucho menos. Y que además me dejó acercarme mucho, para que le hiciese mil fotos de carnet que tampoco os voy a poner aquí. Bueno, tal vez en otra entrada...
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