En Madrid el 23 de diciembre temía que llegase este día, el de volver a Sudáfrica: me lo estaba pasando demasiado bien, y tenía miedo de que por comparación esto se me hiciese demasiado cuesta arriba... menos mal que entremedias pasé una semana en Orense y enfermo, y en comparación pues oye, en Bloemfontein, sano y en verano tampoco se está tan mal... Como quiera que alguna escala entre aviones fue un poco justa, temí que mi maleta se quedase otra vez por el camino, pero esta tarde, 22 horas más tarde de haber salido, entraba por la puerta de casa sin mayor novedad. De vuelta a un Bloemfontein sorprendentemente vacío. Una ciudad de mediodías abrasadores y noches frescas, de zapatos permanentemente sucios de polvo rojizo, de tejedores, hadadas y avefrías que se escuchan por todas las esquinas y a través de las ventanas cerradas... De vuelta a una ciudad donde habrá que trabajar con más ahínco que antes de las vacaciones, si quiero poder decirme que, al menos yo, he puesto toda la carne en el asador: como les gusta aquí, barbacoa tras barbacoa. A ver si me suben los papers tanto como el colesterol...
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