lunes, 18 de diciembre de 2017

Un alto y un cortado en el camino

Os parecerá raro que me dedique a poner fotos del campo, pero es que aterricé en Madrid en un estado carencial agudo de naturaleza ibérica, y necesitaba encontrarme con parajes y especies conocidas que "me digan algo" casi tanto como con mis amigos. Y a estos los estoy viendo, en abundancia, pero no pierdo la oportunidad de intentar combinarlos con el campo.

 Por eso ayer le comí la oreja a Jaime para que, de paso que nos acercábamos a Arganda a ver a Sofi y Samu y la pequeña Aroa, parásemos "cinco minutitos" paseando junto a los cortados de El Piul, en la laguna del Campillo, un sitio al que ya sabéis que fui bastante al empezar a vivir en Madrid, y que por eso mismo me trae muchos buenos recuerdos.

Foto de Jaime, con su móvil y a través de mis prismáticos
Recuerdos de bimbos, entre otras cosas: de mis primeras collalbas negras Oenanthe leucura por ejemplo, que me había tachado aquí gracias a Carlos (¡hola!, se agradece tu constancia siguiendo el blog) hace más de once años y que ayer se dejaron ver con mucha más facilidad que en cualquiera de mis otras visitas. Collalbas y gorriones chillones, las especialidades del lugar, que metí ayer en mi lista sentimental de esta Navidad aun a costa de llegar quince minutos tarde a Arganda... espero que me sepanperdonar este desliz.

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