domingo, 27 de agosto de 2017

El coto de los Sutherland (PNK, y XV)

¡Perdón! Perdón por lo desatendidos que os he tenido estos días. No es que haya estado especialmente liado, pero quería rematar con las entradas del Kruger, y eso implicaba hacer una cierta selección y edición de fotografías, lo que siempre lleva más tiempo que preparar una entrada únicamente con texto... y además me habéis pillado la mar de vago estos días. Pero bueno, aunque este fin de semana no me he detenido mucho tiempo delante del ordenador, al final he rascado tiempo para acabar esta serie de quince entradas, tantas como días pasamos allá. Aunque termino de hecho con el relato de una visita que hicimos fuera del Parque, a casa de los Sutherland. Como ya os dije en la primera entrada de esta serie, el primer día de viaje no fuimos al Kruger directamente, sino que nos alojamos con la familia de Klinette, en White River. A mayores de un negocio de pozos y barrenas, los Sutherland alquilan un gran coto de caza, y allí fuimos a pasar un día de fin de semana con ellos, dejando el Parque por unas horas.

El terreno, para estándares gallegos, no sé para extremeños o andaluces, era gigantesco. Pero la familia lo alquila, no lo tiene en propiedad, para evitar las complicaciones que surgirían si en algún momento a alguien se le diese por establecer en el terreno un asentamiento chabolista; cosa que pasa de vez en cuando, y que ya desarrollaré en alguna otra entrada. El coto poseía varias especies de antílopes cazables y alguna cebra semidoméstica que se acercaba a ver si teníamos naranjas que darles; pero no animales peligrosos, por lo que uno podía moverse por allí con tranquilidad.

Los principales clientes del mismo son cazadores locales o extranjeros; pero el terreno cuenta además con varias casas capaces de albergar grupos grandes, de modo que se alquila también como lugar para retiros o seminarios de empresas, y también para campamentos de colegio. En especial para actividades de "supervivencia y cultura tradicional" para las jóvenes generaciones de afrikaners, que van allí varios días a caminar por el monte, a aprender a orientarse, a hacer hogueras y a disparar, entre otras cosas. Leif (en la foto) y el que esto escribe tuvimos la oportunidad (que no me llamaba especialmente, pero que me parecía feo despreciar) de practicar con un rifle en la galería de tiro que tenían, disparando "al estilo bóer": desde la parte de atrás de una ranchera.

Colinas: se agradecía ver algo de relieve, siendo como son el entorno de Bloemfontein y el propio Kruger unas zonas tan llanas. La verdad es que los Sutherland nos trataron maravillosamente bien, organizándonos todo el día de excursión, con barbacoa (cómo no...) incluida. Pero vistos desde un prisma europeo los afrikaners son un pueblo de lo mas peculiar, sobre los que espero explayarme también con más detalle en entradas venideras: una gente muy enamorada de su tierra, y a la vez muy envenenada con una especie de fatalismo precolombino, una visión de que el mundo que conocen se despeña cuesta abajo sin solución...

Para otros se despeñó antes que ellos, en todo caso. A lo largo y ancho del coto, cuando queman parcelas para que rebrote la hierba aparecen aquí y allá pequeños cuadrados de piedras, el equivalente sudafricano de los castros; y son tantos los molinos de mano que se encuentran que ya ni los recogen...

Despido esta entrada y esta serie ya con un par de imágenes de los chavales que dieron sentido a estas dos semanas, pues a fin de cuentas fuimos allí "por ellos": para que Leif, el americanito, hiciese sus prácticas de verano de Sociología haciendo encuestas entre la población del entorno del Parque (y sus prácticas de español conmigo)...

... y para que Mariska y Klinette llevasen a cabo los trabajos que ya os comenté en el tiempo que tenían libre entre café y café. Y yo entremedias tachando bichos como un loco :-) Que también me hacía falta...

2 comentarios:

  1. He disfrutado un montón de toda la serie. Yo no saldría ni del jeep.

    ¡Y muyy feliz cumpleaños, btw! Estoy en Mmadrid, camino de Santiago (sic).

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias, Ángel! Estoy deseando por mi parte empezar a leer tus crónicas de Tierra Santa...

    ResponderEliminar