sábado, 24 de febrero de 2018

Carretera adelante (De muestreo en el Cabo Oriental, CO I)

 Pues nada: que ya estamos de vuelta, tras una semana de mucho ir de un lado para otro. Una semana de mucho caminar por el campo buscando bichos, pero sobre todo con un largo viaje de ida  vuelta, entre Bloemfontein y la costa de la provincia del Cabo Oriental.

 Un viaje en el que esta ha sido la tónica dominante del paisaje: vastos prados verdes, con alguna colina que otra en la línea del horizonte, y alguna vaca, y alguna bomba eólica de agua. Y pick-ups conducidas por granjeros blancos con unos cuantos operarios negros acuclillados en la parte de atrás, entre los aperos de trabajo. Y camiones destartalados circulando directamente por el arcén, o adelantándose en grupos haciendo caso omiso de las rayas continuas... Y líneas y líneas de cable llenas de busardos de estepa y de cernícalos primillas y del Amur, como os contaba en la entrada anterior.

 Y más avecillas aún, vistas durante las paradas fisiológicas en las áreas de descanso. Aves de pradera, como este macho de quelea piquirrojo Quelea quelea (por fin en plumaje de cría).

 Y otras más grandes y blanquinegras allá donde las gasolineras y los restaurantes de carretera atraían mayor cantidad de gente; mayor cantidad de basura y restos de comida por el suelo. Aves como los cuervos píos, o como este estornino bicolor Lamprotornis bicolor, con su absurda mueca amarilla de desagrado permanente.

Y agazapada entre el ramaje de un limpiatubos, y alimentándose del néctar de esta planta australiana, me encontré el primer día de viaje con el primer bimbo del mismo; primero por suerte de unos cuantos. Aunque menos de los que querría, pues nos pasamos los cinco días siguientes muy centrados en el trabajo de campo y con la vista centrada en el suelo. Pero para eso habíamos venido, vaya, que no estábamos de vacaciones...

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