miércoles, 2 de enero de 2019

Volviendo a la vida normal

Viaje tempranero de vuelta a Madrid: tras dos horas de semiinconsciencia y oscuridad de ventanas afuera, me voy a desayunar algo al vagón cafetería a la par que el tren se acerca al pantano de Ricobayo y que el sol naciente ilumina campos escarchados como un roscón, y una niebla láctea, espesísima, que serpentea desde el fondo del valle... Y mientras veo los milanos que se materializan y desaparecen de nuevo a medida que el tren avanza, pienso en que ayer, leyendo para preparar la entrada de balance listero las entradas que escribí en Israel y en días sueltos de Sudáfrica, y por mucho que abundasen las frases motivadoras para engañar(me/ros) se intuía bastante bien que el tema de las postdocs estaba próximo a explotar, por un lado o por otro. O tal vez no, ¡a saber! El caso es que vuelvo a Madrid a la vida normal (o al menos a una vida más normal que pasar el día en casa viendo vídeos de acuarios en YouTube), porque vuelvo a trabajar: en algún momento de enero (los encargados del papeleo están de vacaciones) empezaré un contrato en el Centro Nacional de Biotecnología (un centro del CSIC que está en el campus de la Autónoma); es una sustitución de ocho meses, de una baja por maternidad, de una plaza a cargo de proyecto de un laboratorio para ocuparse sobre todo de labores administrativas: coordinar análisis con otros grupos, gestionar pedidos, hacer informes de resultados... cosas así, no muy distintas de las que ya he venido haciendo "siempre" en estos años de investigación, y que por tanto espero no me cueste hacer bien. Como el contrato es a tiempo parcial, además, tendré las tardes libres para seguir pensando en qué hacer luego, preparar cursos o historias similares... o seguir viendo vídeos de peces. A ver qué gana.

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