Al llegar el invierno, Sudáfrica se viste de rojo y amarillo: es la época de floración de los áloes Aloe spp., género que en este país está tremendamente diversificado, y que además de los típicos "aloes vera" incluye desde plantas rastreras hasta árboles de varios metros. Pero todos coinciden en poseer flores tubulares, sin aroma y de colores llamativos: el prototipo de flor ornitófila.
Y a lo largo y ancho de los trópicos del Viejo Mundo, una de las familias de aves que más ganas tenía de ver, los suimangas, llevan un estilo de vida parejo al de los colibríes americanos, alimentándose principalmente de néctar. Néctar que consumen posadas y no al vuelo, pero por lo demás comparten con los colibríes el ser (los machos) de brillantes colores metalizados. Durante mi estancia en el Kruger vi un total de cuatro especies: esta de la foto es una hembra de suimanga pechiblanco Cinnyris talatala, y a su pareja podéis verla en la foto anterior.
Otra más de las quince especies de suimanga del país: un suimanga acollarado Hedydipna collaris. Tiene el pico más corto y recto que la anterior, lo que refleja una cierta segregación de nichos: cada especie tenderá a preferir alimentarse en aquellas especies de plantas a las que su pico les da un acceso más sencillo. De todas maneras, cuando florecen algunas especies que ofrecen néctar a porrillo para quien lo quiera tomar, estas diferencias de nicho se olvidan, y pueden verse varias especies juntas en las mismas plantas.
Suimangas y lo que no son suimangas, pues esta oropéndola encapuchada Oriolus larvatus no tuvo reparos en unirse al festín, asustando a sus competidores más pequeños. Aunque tampoco es que me importase mucho tenerla a tiro de cámara, vaya...
Y de igual modo que no solo los suimangas le dan al áloe, tampoco estos se centran solo en este tipo de plantas, que a fin de cuentas los áloes florecen sobre todo en invierno, y comer hay que comer todo el año. Otra especie que también estaba muy bonita ahora, y llena de suimangas, era el árbol del coral Erythrina sp.; que en este caso estaba siendo visitado por un suimanga pechiescarlata Chalcomitra senegalensis. Que aquí apenas veis bien porque la foto, a contraluz, ha salido horrorosa, pero es un bicho impresionantemente bonito...
Y acabo esta breve entrada con una perogrullada (y un pareado no buscado): donde hay flores, acaba habiendo frutos. Y donde hay flores todo el año, frutos hay todo el año también, y a igual que algunas aves se especializan en alimentarse de néctar, otras se vuelven frugívoras. Y aquí tenéis un par: un vinago africano oriental Treron delalandii, miembro de un grupo de palomas frugívoras verdes que tenía también muchas ganas de ver; y un bulbul naranjero Pycnonotus (barbatus) tricolor, que aunque come un poco de todo no le hace ascos a las bayas.
Y ya nos queda solo una entrada sobre el Kruger...
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