¡Y a ver de qué os hablo yo, ahora que ya he despachado las fotos del Kruger y las historias interesantes! Tendré que salir al campo otra vez pronto... Por aquí estamos ya terminando la temporada de los "vientos de agosto": vientos que preceden al final de la estación seca y que dejan el aire (y los muebles, y los coches, y el suelo, y tu ropa tendida, y tu boca cuando la abres...) lleno de polvillo rojizo. Ya casi nunca hiela por las noches, y de día la temperatura supera los 25 ºC. Empiezan a abrirse las yemas de los árboles de hoja caduca, y de la noche a la mañana el campus se ha llenado de nuevo de abubillas-arbóreas, que hacía meses que no se dejaban ver por aquí y cuya risa como de cucaburra se oye ahora por doquier...
Me mudé de puesto yo, de junto a la ventana al intermedio del despacho: a mí me molestaba el brillo de fuera en la pantalla y tenía las cortinas corridas, y Joaquín tenía frío y las prefería descorridas; así que lo lógico era intercambiar mesa. Desde hoy dejo además por fin de cargar con el portátil y estreno ordenador, solo dos meses después de pedirlo...
Y poco a poco va llegándome también el material de laboratorio que he pedido, con el que empezar a trabajar con las muestras de sangre. Pero aunque yo creía que ya a la vuelta del Kruger iba a empezar con esto, no toca aún: mi jefe cada día encuentra nuevas tareas de ordenador que encomendarme, con lo que se va retrasando lo de volver a darle a la pipeta... Ya os iré contando en qué cosas ando metido, que si ya lo de las termitas me pilló fuera de mi zona de confort, lo de ahora tampoco se queda corto.
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