Hace pocos días, un sonido familiar me hizo mirar al cielo. Y, como no vi nada, supe que estaba en lo cierto: eran abejarucos europeos, las Doña Rogelia del aire. Me hicieron pensar los abejarucos en lo lejos que me pilla ahora todo, y eso me hizo vencer la pereza de entrar en la web que tenemos en la universidad para registrar los contactos para casos de emergencia. Entré, y al tener que escoger la relación que me une a mi posible contacto, me encontré con esta lista más larga que un día sin pan:
Ex-compañero de piso, todo tipo de hijos legítimos e ilegítimos, bisabuelos/bisnietos... y, sin embargo, ninguna opción de "compañero de trabajo". Con lo fácil que hubiese sido poner sin más un espacio a rellenar...
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