Tuvimos hace algunas semanas una reunión de mi grupo de investigación, y mi jefe nos dijo que le había llegado una invitación de un "retiro de escritura" (básicamente un fin de semana a gastos pagados por el Ministerio para que la gente a medias se relaje y escriba ciencia de calidad), en Clarens, una zona muy turístico-occidentalizada del NE del Free State. Y cuando ya me relamía pensando en lo mucho que iba a sufrir, y en las aves de la media montaña drakenbergsiana, añadió que "... entonces Antón, si no te importa, ¿das tú las clases que me tocaría dar a mí ese lunes?"
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"Sí, claro, sin problemas". A ver, qué voy a decir. Además que sabéis que lo de las clases me mola mucho, pero como me había hecho ilusiones en apenas unas décimas de segundo... Bueno, eso pasó. Y hace una semana fui yo a una clase de mi jefe, para ver cómo las daba, y preparar yo las mías en consecuencia; y me quedé horrorizado. Mi jefe no hacía más que intentar preguntarles cosas, y ellos con cara de susto y alucine, con la misma cara que pondrían si una urraca empezase a hablarles en lenguas extrañas; y callados como muertos. Y mi jefe, bendito él, que no hacía más que preguntarles una y otra y otra vez, con el mismo resultado; y yo en agonía, deseando contestar yo para evitar aquellos silencios continuos que me estaban matando... me quedé algo asustado, la verdad. Pero bueno, llegó hoy, y fui a darles sus dos clases de Adaptaciones a Zonas Áridas, y la verdad es que no fue tan mal. Que me quedé corto, lo único; me sobró mucho tiempo de las dos clases. Pero estuvieron majos. Ya veremos en el examen si se les quedó algo en sus áridas cabecitas...
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