domingo, 28 de mayo de 2017

Primer domingo sudafricano

"¡Hay que ver -pensaba esta mañana- lo lejos que te pilla todo esto de las monjitas de Blasco de Garay...!" Pero empecemos por el principio. Creo que, en cuanto me empape un poco más del país, comentar la relación de esta gente con la religión dará para una o varias entradas interesantes... de momento solo mencionaré que, buscando dónde poder ir a Misa hoy, me enteré de que, aunque hay servicio de capellanía en el campus (junto con el de otras ¡veinte! denominaciones), ahora durante exámenes* no. Me enteré de esto a través del contacto de un pequeño grupo de estudiantes católicos, que me dijeron si quería ir con ellos esta mañana, que irían juntos a la parroquia donde por lo demás vive el capellán. "Ok, claro, gracias" "Pues a las ocho en la entrada principal del campus". Y allí que me fui esta mañana a las ocho, sonriendo mientras me sobrevolaba una garza cabecinegra (creo que de momento me he tachado pájaros todos los días, sin de hecho haber salido a pajarear aún). En la entrada principal se fue juntando cada vez más gente, mayoría de chicas muy emperifolladas, y empezaron a llegar taxis y autobuses de línea, para llevarse a cada cual a su iglesia correspondiente. A todo esto, "los míos" iban llegando con cuentagotas, comentando a risotadas que, para no enfadar ni a blancos ni a negros, la universidad había escogido un nuevo Rector descafeinado... Me alarmé un momento cuando una chica me dijo "sabes que, si no, también puedes ir a la Catedral, aquí cerca. Aunque allí despachan la Misa corriendo, una hora y fuera..." Juntos por fin los siete que íbamos a ser (ya a las nueve menos cuarto...), nos embutimos en un taxi que, a toda velocidad y dando tumbos, nos dejó en una parroquia en la otra punta de la ciudad justo a las nueve en punto. Sin problemas, pues la Misa todavía empezaría diez minutos más tarde, con la calma. Y así trascurrió la ceremonia a lo largo de las dos horas largas siguientes, en inglés, con calma más que con solemnidad, con un sermón muy largo y vehemente, y en general sin apartarse de la ortodoxia, cosa que siempre es de agradecer. Muy a mi pesar, resultó que mis compañeros universitarios eran también los miembros del coro, y con más frecuencia de la que me gustaría se levantaban a cantar y moverse agitando las manos, dejándome a mí sentado en medio, rígido cual maniquí del Zara. Cantaron mucho, la verdad, y no mal, acompañados de una batería**: no tanto el rollo gospel que igual os estáis imaginando, sino canciones "normales", mayormente en sesotho, pero de las que repetían las estrofas una y otra y otra vez, haciendo que cada una se alargase diez minutos... Terminada la Misa, un ¿sacristán? tomó la palabra y, durante veinte minutos y con ayuda de un power point, se dedicó a darnos una clase/bronca en afrikaans sobre cómo había que comportarse en la iglesia (el móvil apagado, no comer chicle, levantarse y arrodillarse cuando toque... cosas bastante básicas que no sobrarían en casi ninguna iglesia que yo conozca, por cierto); con cada bronca hacía reír a muchas de las señoras. Después todavía mandaron salir a una parejita que se iba a casar en breve para que les viésemos la cara avergonzada que tenían, mandaron salir a todos los que estaban de cumpleaños en mayo para bendecirlos.. y ya después, cada uno a su casa. Y Dios en la de todos.

* Exámenes de junio, y después hay como tres semanas de vacaciones de invierno.

** El "tambor" era un taburete de skay y los "platillos" una ristra de conchas de ostra engarzadas en un alambre; sonaba bastante bien...

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