domingo, 16 de diciembre de 2018

Grises castellanos

¿Domingo jubiloso? ¿Dónde? Las lagunas salinas del interior manchego lucían tan mortecinas hoy que no parecían estar esperando Salvador alguno... o tal vez precisamente por eso lo necesitaban más que nunca.

 Albardines, ontinas, sisallos, acelguillas... todas esas plantas de suelos casi marinos de las que hace doce años jamás había oído hablar, estaban hoy más muertas que vivas. Y las pocas aves acuáticas que conseguimos, ateridos, ir enfocando con el telescopio, no parecían estar mucho más animadas...

 ... pero por fin mediado ya el día, y temeroso de que los gigantes de lo alto del cerro no fueran los renacidos Titanes buscando revancha, acudió Febo a echar un ojo y de paso traer algo de claridad a la tierra...

Mucha palabrería de la mala, ¿no?, para disimular que hoy no he hecho ni muchas fotos, ni buenas. Pasamos el día Marta y yo saltando de laguna en laguna, como pide la estación, y disfrutando mucho aunque no viésemos ni muchas cosas, ni nada raro, que es lo suyo.

Y en un día en que la sombra del ciprés no era alargada, sino inexistente, lo que sí había al pie del arbolillo era un montón de egagrópilas. Y como por el hilo se saca dónde está el humo, pues al mirar arriba aquí estaba este colega, vigilándonos legañoso entre las ramas. Cerrar un año de mucho campo exótico con una ruta por un territorio más que trillado, y con un búho chico, me ha parecido de lo mejor. El que viene, más.

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