miércoles, 12 de diciembre de 2018

Verde arroz, rosa sal (Repesca Francesa, II)

Sendero al faro de La Gacholle
 Finalizado el congreso en Montpellier, nos permitimos día y medio de asueto visitando La Camarga, la gran zona húmeda del sur de Francia, conformada por el delta del Ródano ("Camarga" es en realidad el nombre de la mayor de las islas del delta, pero da por extensión nombre a toda la reserva natural). Una zona que tenía ganas de visitar desde siempre, por ser uno de los parajes naturales europeos "típicos", y por ser el escenario donde se desarrolla uno de los libritos que desde siempre más me han entretenido. No iba pues con la idea/angustia de hacer grandes descubrimientos biológicos; al menos en verano (en invierno sí suelen dejarse caer aves que no se ven apenas por España, como los cisnes chicos o las águilas moteadas). Así que fueron un par de días que nos tomamos con bastante filosofía, para descansar del intenso congreso; e hicimos de hecho bastante turismo urbano para lo que suele ser habitual en nosotros.

 "Bastante" que no es mucho, en cualquier caso. Y por otra parte sí disfruté mucho de la naturaleza más o menos domada que se puso a tiro. Fue la primera vez, por ejemplo, en que vi arrozales de cerca; un cultivo que ocupa buena parte del interior del delta. A primera vista verdean como cualquier campo de cereal, pero tienen "algo" que los hace diferentes y me costó identificar, pero creo que es que son llanos, y eso es lo que resulta chocante. Me refiero a que hasta en en trigal más horizontal de Castilla el terreno se ondula un poco: hay surcos de escorrentía de lluvia, algún majano o las ruinas de un palomar... y en los arrozales, como están en el agua, pues no; son llanos de verdad. Además se lo comen a uno los mosquitos al hacer fotos como esta...

 Las zonas del delta más cercanas a la costa son demasiado saladas como para cultivar nada, y se imponen otros usos, como las balsas de evaporación de las salinas. Allí, en la salmuera caldeada y cada vez más concentrada por el sol, medran algas microscópicas que alimentan a diminutos crustáceos filtradores...

 ... y esa sopa nutritiva proporciona a los flamencos rosados Phoenicopterus roseus el color que les da nombre. La Camarga es tradicionalmente la principal zona de anidamiento de los flamencos mediterráneos; que son sin embargo aves muy móviles que, en función de las precipitaciones, pueden moverse entre años de una colonia a otra, a lo largo de toda la cuenca.

 Un archibebe oscuro Tringa erythropus, con su poco oscuro plumaje de "invierno" (aunque fuese agosto aún, pero con la temporada de cría ya terminada tocaba moverse a la esquina meridional del Globo). A mayores de los flamencos había también mucho movimiento de limícolas por todas las playas y lagunas de la reserva...

... y también muchas golondrinas de mar (charranes, fumareles y pagazas) capturando al vuelo y sin mojarse apenas pececillos y libélulas, que estaban aún entretenidos con su propio periodo reproductor (una hembra de Anax imperator en plena puesta, en la imagen). Mojarnos, nos mojamos nosotros; en el único día del año en que me puse (y me pondré, imagino) el bañador. ¡Con lo anfibio que yo era...!

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