Hay pocas águilas imperiales ibéricas en el mundo, aunque a Dios gracias cada vez hay más. Con todo y con eso, pese a ser pocas, la verdad es que se hacen notar, y desde que dejé atrás Galicia para asentarme en el centro peninsular, la verdad es que estos bichos, que tan míticos me parecían de pequeño, mitológicos casi, se las han apañado para dejarse ver con agradable regularidad en mis jornadas de campo; y a veces incluso en plena ciudad. Y ahora que a finales de invierno están con el celo a tope, reclamando fuerte en el cielo y haciéndose notar todavía más que de costumbre, justo es que les dedique mi artículo mensual en EMNMM; como agradecimiento y por desvelarles sus secretos a unos cuantos futuros partidarios más. Que tal vez os incluyan...
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