sábado, 6 de febrero de 2016

Olmedo

No fue un milano, un esmerejón o una avutarda lo que hizo memorable el viaje en tren de ayer, sino el Gobierno en funciones,que decidió amenizarme esta última visita a la familia antes de la mudanza habilitando el tramo Olmedo-Medina del Campo-Zamora: y digo "amenizar", y no acortar, porque la ganancia en tiempo que permite la nueva vía la perdimos casi por completo en retrasos sucesivos. Pero el nuevo paisaje sí lo disfruté, claro está. Castilla desarbolada, pero no plana: toda una sucesión de colinas esponjadas de trigo verde, llegadas directamente a Valladolid desde el fondo de escritorio de Windows XP. Una vía que discurre en muchos tramos elevada sobre un talud, desde el que ver la imponente luz del crepúsculo reflejada en mil lavajos, que tuve clase con los de Parasitología por la mañana e hice el viaje por la tarde. Y al llegar a Orense, ya de noche, la niebla perfumada de mimosas, el olor del carnaval.

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