Poco sol me dio esta mañana en la Sierra, pues la atravesé a la vez aún de noche y en tren, por el túnel, camino de Orense, desde donde os escribo esta noche y os escribiré el resto de Semana Santa...
Poco sol, evidentemente; pero se compensa con todo el que nos dio el sábado mientras subíamos a pie por el valle de la Fuenfría; sol que me dejó los brazos más rojos que morenos.
Una ruta a pie atravesando mayormente bosques de pino albar Pinus sylvestris, y escuchando, más que viendo, multitud de avecillas. Este arrendajo Garrulus glandarius sí tuvo a bien posarse cerca y quieto, y si no fuese porque sistemáticamente enfoco el fondo en vez del objeto (algún día me leeré las instrucciones de la cámara...) creo que le hubiese podido sacar alguna foto bonita...
Este pequeñajo en cambio se movía tanto que con esta foto me quedo más que satisfecho: carboneros garrapinos Periparus ater como este, junto con trepadores azules y herrerillos capuchinos, parecían ser los pájaros más frecuentes del valle.
Sobran en la zona opciones de rutas que recorrer, senderos por los que intentar no perderse... nosotros coronamos y comimos antes de descender en el plano donde se encuentran los "Miradores de los Poetas", con Siete Picos y otros montes del centro de Guadarrama detrás...
... y el valle descendiendo hacia Cercedilla, Guadarrama y otros pueblos míticos del verano madrileño delante.
Y vamos con algún detalle más a ras de suelo: había por ejemplo mucho narciso de roca Narcissus rupicola; y yo tan contento, porque es además una especie de la que solo tenía un par de fotos horribles.
Y como estaba todo lleno de peñascos, había también mucha lagartija Podarcis guadarramae. Que la verdad pensaba yo que estaríamos lo suficientemente altos como para que apareciese ya alguna lagartija roquera P. muralis mezclada con ellas, pero no...
Os dejo este par de machos, muy bonitos ellos, con el diseño brillante ahora en primavera.
Bajamos por la tarde a Las Dehesas, a la zona donde arranca la calzada "romana" (todo lo romanas que puedan ser las piedras de ahora. y no creáis: costó lo suyo no sacar más madrileños que pinos en la foto...
Como lo que os pudiese yo contar de dicha calzada iba a ser un plagio descarado de lo que encontrase en Internet, pues para eso ya lo leéis vosotros. Os muestro en cambio esta aceitera ibérica Physomeloe corallifer, sospechosamente cerca de un agujero en la madera muerta, de donde muy bien pudo haber salido: pues los meloidos pasan sus etapas larvarias como parásitos de abejas solitarias, alimentándose en los túneles excavados por las pobres incautas de sus larvas y de la miel que a ellas estaba destinada.
Y os enseño por fin esta larva de salamandra Salamandra salamandra a la que nos encontramos de casualidad, no solo por el hecho en sí de verla en el pequeño arroyuelo que desbordaba de una fuente, sino porque ya se ve, en lo pigmentado y en lo reducido de las branquias, que apenas se le notan ya; ya se ve digo que le faltaba el canto de un duro para dejar el agua atrás para siempre.
Y con la poquita cosa que la podáis ver, a la pobre salamandrita, fue sin duda la observación del viaje, pues era una de las bestias negras de Álex: el bicho que le había dado esquinazo tantas veces que a desesperaba el pobre de verla alguna vez.
Ya le veis la cara de resignación que aún tenía el hombre por la mañana, sin saber que se subiría al coche por la tarde de vuelta a Madrid con una salamandra en las retinas... Disculpas a los tres por la foto robada, y muchas gracias como siempre por sacarme al campo.
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