Una cosa buena/mala de esta vida de mercenario es la temporalidad: pasas poco tiempo en un lado, dedicado a un proyecto. Si tienes que empezar ese proyecto de cero, probablemente para cuando se te acabe la postdoc aún no tengas resultados, algo que enseñar que demuestre la calidad de lo que has estado haciendo. Alternativamente, puede que te contraten para analizar datos que ya estén cogidos. Pero eso, que en teoría por oposición al inicio del párrafo debería ser positivo, tiene como contrapartida (lo es para mí, al menos) que no te "encariñas" con el trabajo de la misma manera... como que te da más igual, que lo haces con menos ganas, al no sentirlo tan tuyo... (¡pero no se lo digáis a mis jefes!).
Creo que con este trabajo sudafricano no me pasará tanto eso: si bien es verdad que ya se ha salido muchas veces a por pajaritos, aún nos quedan algunos muestreos por delante; y además me tocará luego hacerme cargo de buena parte del trabajo de laboratorio. Pero de momento, y hasta que salgamos al campo en julio, mi jefe me ha puesto a trabajar... ¡con termitas!
Un termitero, las celdillas donde crecen los hongos y la "familia real". De aquí |
Con las termitas de una base de datos que tenía por ahí, sin llegar a cristalizar en un artículo. Son medidas de temperaturas en distintos nidos de Macrotermes natalensis (que varían en tamaño, ubicación, estructura del medio en que están...): una de las especies de termitas africanas que, dentro de esos grandes termiteros que construyen (y que espero ver en un mes en directo), cultivan los hongos de los que se alimentan sobre lechos de hierba seca. Para que la cosecha de hongos sea óptima el termitero debe mantener una temperatura elevada y constante, y a mí me toca ahora ver qué rasgos del termitero hacen que las termitas consigan eso. Y a poder ser, me toca verlo, escribirlo y enviarlo antes de fin de mes... ¿quién dijo "miedo"?
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