No me queda el supermercado especialmente cerca de casa en Dijon (ya os lo dije, muchos no hay), y suelo ir los sábados por la mañana con el carro, para aprovechar bien el paseo. Paseo dado mayormente entre casitas con sus jardines, que a menudo me dan la sensación de estar más en una aldea que en una ciudad. Hasta ayer por la mañana esa sensación era un tanto indefinida, pero entonces tuve una modesta revelación: no era como estar en Vilar de Barrio, sino como rehacer el camino que, de pequeño, hacíamos para ir a comprar desde el apartamento de la playa hasta Portonovo: también con el carro, también con el sol (cuando lo había...) siempre tamizado por algunas nubes, también por un paisaje más verde que urbano... si es que ¡hasta los feos bloques de edificios de Dijon, de techos planos y balcones en serie, parecen bloques de apartamentos de verano!
Exagero un poco tal vez, pues el recorrido de mis veranos infantiles era infinitamente más rural que el de ahora, y por lo que veo en GoogleMaps debe de seguir más o menos igual: porches emparrados, algunas huertas, setos de laurel, endrino y espino albar, campos de maíz, que allí sembraban en grupos de tres en vez de de uno en uno, no me preguntéis por qué; campos de patatas... tampoco sabría explicar por qué allí las patatas llegaban a fructificar y en mi aldea no, aunque florecer sí que florecen; supongo que será cosa de la variedad. Me refiero al fruto "de verdad" de la planta, que recuerda mucho a un pequeño tomate (patatas y tomates son parientes bastante próximos) y que, ahora que lo pienso, no sé si he visto en más sitios... No estaba muy bien comunicado el apartamento la verdad, uno de los muchos motivos por los que al final pasó por nuestra historia familiar con más pena que gloria... pero la verdad es que era un paseo agradable. O me lo parecerá ahora, a la vuelta de los años. Tanto mejor así.
PD. Igual por el título pensabais, erroneamente, que os iba a hablar de las patatomateras, conseguidas por injerto...
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