Entronco con la entrada de ayer. Escuchando el miércoles a los alumnos hablar de sus tesis, y al pensar en que algunos de los temas me parecían soberanamente aburridos (aunque me sorprendió para bien ver que no había proyectos chapuceros, que todos parecían muy bien planteados), se me fue un poco la olla y empecé a reflexionar sobre el libre albedrío y la dependencia que tiene el mundo para funcionar de que haya diversidad de gustos... es decir: a día de hoy, al menos en Occidente, deben de ser ya pocas las personas que trabajen en lo mismo que sus padres, que continúen el negocio familiar porque no les quede otra, aunque ellos quisiesen ser otra cosa (me viene a la cabeza el Preparado, y alguno más habrá...). Lo que es a mí, se me ocurren muchas profesiones que me parecen tan aburridas que no las haría ni a punta de pistola, pero el caso es que siempre hay gente que se dedica a ellas, sin necesidad de que incentivos tales como un buen horario o un buen sueldo tengan necesariamente que estar presentes: me refiero a que alguien puede dedicarse a cuidar ancianos, por ejemplo, por necesidad, porque no encuentre otra cosa y tenga que comer; pero nadie se mete a médico "por necesidad". Y sin embargo seguimos teniendo médicos. E ingenieros industriales, filólogos griegos y humoristas. Sin que el Estado obligue a nadie, digo. Pero me quedé pensando, medio preocupado, en si llegaría un día en que no fuese así: en que, por ejemplo, a nadie en el mundo le diese la soberana gana de dedicarse a alicatar baños. Tal vez, siendo todos los que somos, por pura probabilidad siempre haya tarados a los que les guste escribir poemas, pero de no ser así supongo que tendríamos que acostumbrarnos a vivir sin ellos. Porque otra cosa es la de la pérdida de experiencia: ¿podría un humano del futuro aprender de nuevo a hacer quesos, o muebles, solo leyendo las crónicas y manuales llegados desde nuestra época? Es algo que me pregunto a veces al escuchar instrumentos medievales (+1 al primer comentario), si realmente sonarían así... pero luego me centro en la música, y se me pasa.
Menuda reflexión me he marcado...
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