Retomamos nuestro recorrido por Dijon donde lo dejamos la semana pasada, en la Plaza François Rude. Al fondo se yergue esbelta la flecha de Nôtre Dame, nuestro destino, pero la chouette indica que mejor demos un rodeo antes por la Rue des Forges...
... para ver una serie de palacetes (hôtel, en francés, antes de que pasase a ser "hotel") que pertenecieron a distintos prohombres locales a lo largo de los siglos. Este primero, el Hôtel Aubriot, del S. XIII, fue la Casa de la Moneda del Ducado de Borgoña en sus mejores años.
En el Hôtel Chambellan, de finales del S. XV, residencia de un alcalde del mismo nombre, se pueden ver los tejados tradicionales de los palacetes locales, con pequeñas tejas (¿de madera, de esmalte? La verdad es que desde abajo no consigo verlo bien nunca) de cuatro colores entre las que predomina el amarillo mostaza (cuál si no), dispuestas haciendo dibujos geométricos.
Y una casa de alcalde más, poco menos de un siglo posterior a la anterior, la Maison Maillard, con la fachada profusamente decorada.
Y llegamos por fin a Nôtre Dame; imposible sacarla entera, así que vamos desgranando los elementos principales de su fachada.
La fachada occidental, vamos, que es la que destaca, única en su especie (su especie: gótico francés), con un añadido liso por delante del pórtico de acceso de lo más extraño, y que a míno me acaba de gustar...
Liso, esto es, salvo por las dos filas de pilares y las 51 falsas gárgolas ("falsas"porque no son salidas de agua de lluvia, sino simples estatuas). Éstas no son las originales, que se retiraron todas en cuanto empezaron a ir desgastándose y cayendo sobre los dijoneses, que resultaron no ser más resistentes al aplastamiento que el humano medio. Pero en base a grabados antiguos volvieron a construirse otras en el S. XIX, para que la fachada luciese como en su origen. Tenéis todo muy bien explicado en la página en Wikipedia de esta iglesia, que me ha sorprendido que estuviese tan completa en español.
En lo alto esa fachada debería estar rematada por dos torres, para ser como cualquier otro gran templo gótico, pero nunca llegaron a construirse. Lo que sí hay en cambio es un pequeño campanario donde viven esta familia de autómatas de bronce: la campana y el hombre que la tañe a las horas en punto, Jacquemart, son los elementos originales, botines de una guerra de Borgoña contra Flandes. Y a lo largo de los siglos se añadieron al conjunto primero su señora, que se turna con su esposo para hacer sonar las horas en punto, y después las criaturas, encargadas de los cuartos y las medias horas.
Y ya antes de cerrar la entrada, la novena placa del búho está dedicada en exclusiva a la chouette original, a la que como veis no han tratado muy bien el paso de los años, el manoseo constante de los turistas y los martillazos que le dio un trastornado hace unos años. Pinta de búho sigue teniendo al menos...
Y nada más por hoy. Otro día terminamos de rodear la fachada norte de Nôtre Dame y seguimos conociendo Dijon.
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