Poca cosa tengo que contaros estos días de la facultad: os aburriría si me pusiese a describir lo frustrante que resulta ser incapaz de redactar tres líneas seguidas en el borrador del artículo antes de que se seque la fuente de ideas... os aburriría, y me aburro yo mismo a veces; y una cosa que me ha distraído mucho es leer la última entrada de ¡Jindetrés, sal!, llena de reflexiones sobre los "sagrados" protocolos de laboratorio. Me hizo gracia reconocerme entre los ultraortodoxos que no cambian una coma del texto heredado, y que se asustan cuando llega algún iconoclasta como Álex con ideas nuevas de cómo hacer cosas que "siempre se han hecho así", y preguntando qué cosas del laboratorio se tienen que hacer de una manera "por narices" o son simples costumbres que se han ido convirtiendo en ley... de todas maneras, es un texto que sólo os hará gracia a los que estés en el mundillo. Lo que de verdad quería enlazaros, lo que justifica el título, es la entrada más popular de ese blog, donde describe con mucha gracia un increíble fenómeno denominado "keriorrea", asociado al consumo de peces tan formidables como el escolar, del que os mostré fotos en su día. Y aviso: la entrada de mañana va de peces también...
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