Álex y yo dedicamos el domingo 27 de noviembre al monte, porque ya el sábado habíamos estado en la costa, en dos sitios: comenzamos la mañana visitando el parque natural del Zwin, justo al norte de Brujas y ya en el límite con Holanda.
Aparentemente, en el S. XII una tormenta considerable ensanchó el estuario del Zwin de forma notable, excavando una especie de canal que, penetrando tierra adentro, de repente dio salida al mar a la hasta el momento aislada por agua ciudad de Brujas, y contribuyendo así a su desarrollo económico. Con el devenir de los siglos el canal se fue colmatando y perdió su uso como vía de tráfico martítimo, manteniéndolo en cambio como zona de tránsito e invernada de multitud de aves acuáticas.
Durante un fin de semana anterior en que Andrea había ido a ver a Álex desde Berlín, ambos habían visitado ya la zona, y me hablaban maravillas de la cantidad de gansos que allí había. Los Países Bajos tienen justa fama como zona de invernada de varias especies de ánsares, que se juntan allí por centenas de miles; y tenía yo ganas de ver así, a mogollón, esas especies escasas que en España he visto sólo una o dos veces, como el campestre o el piquicorto, o tal vez incluso intentar tacharme el ánsar chico... Y la verdad es que, al comenzar la visita, no parecía que hubiese mucha ganso por allí; pero también es verdad que empezamos por la zona del estuario y de la playa, y no por la de praderas y agua dulce.
Y empezamos a sumar especies, las típicas del mar del Norte en invierno: archibebes comunes, vuelvepiedras, avefrías, chorlitos grises... y salimos del estuario a la playa, a probar fortuna con los escribanos nivales (que me hubieran encantado) o las alondras cornudas o pardillos piquigualdos (con los que me hubiera vuelto loco). Y ni unos ni otros, pero para compensar, sobre el pequeño muro de la imagen se alimentaban unos cuantos correlimos oscuros Calidris maritima, especie que hacía ya tres años que no veía. Poco los pude ver yo, y menos Álex, pues de la nada apareció un simpático chucho que decidió que sería muy bonito verlos volar... gente, no soltéis los perros en la playa: cada vez hay menos sitios donde las aves pueden descansar tranquilas, ahorrando las calorías que tanto cuesta ganar en invierno.
Nos dimos otro paseo largo por una zona de dunas estabilizadas, recubiertas por completo de vegetación, entre la que no faltaban muchas matas de espino de mar, una especie que me trajo recuerdos de las playas de Suecia. Estaban las dunas hasta arriba de mirlos y pinzones vulgares, pero ni rastro de alguna otra especie más escasa...
... así que fuimos derivando hacia el interior, donde nos dimos de bruces con otra "especie" norteña asociada a otra de las estancias de mi tesis: un hato de vacas escocesas, que se daban un aire a bisonte, paciendo entre los robles.
Y ¡por fin!, a medida que íbamos cerrando el círculo para volver al coche, llegamos a la zona de praderas encharcadas de la reserva, donde se supone debería estar el mogollón de gansos. A medida que nos acercábamos ya se les iba escuchando graznar, y pequeños grupos alzaban de tanto en cuanto el vuelo para ir a posarse algo más allá...
... pero me temo que, ¡ay!, me llevé una pequeña decepción, porque "pequeños grupos" es todo lo que vimos. Pequeños grupos de ánsares comunes y caretos Anser alfibrons como los de la imagen, y de barnaclas canadienses y cariblancas... bueno, menos da una piedra; y aún nos quedaba la tarde para intentar sumar más especies interesantes, algo más al oeste.
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