No tienen buena fama en el refranero, las puertas del campo; pero desde aquí quiero romper una lanza por ellas: para poder salir al campo, supongo que es necesario que haya una puerta por la que hacerlo...
Ridícula me pareció el lunes pasado, como en mis anteriores visitas, la Puerta de la Fuerza; y no ha sido hasta ahora mismo en que me ha dado por verla con otros ojos, al revisar las fotos de la última salida que hicimos al entorno de Sepúlveda, con sus tejas a la segoviana coronando las casas enlucidas, y con la piedra caliza deshaciéndose poco a poco al sol en sus muchos edificios históricos.
El más conocido de ellos, San Frutos, asomado desde hace siglos a los meandros del Duratón. Del monasterio no os voy a poner más fotos hoy, que de una ya lo he hecho muchas más veces, y de otra el 1 de mayo estaba la zona tan hasta arriba de gente que se disfrutaba desde cuanto más lejos, mejor.
Sí os pondré para compensar alguna foto de los pajaretes de la zona, como esta tan brillante de un colirrojo (negro como un) tizón Phoenicurus ochruros, que queda tan bonito decorando estos cortados naturales como los tejados de las casas gallegas.
O este alcaudón común Lanius senator, que como depredador impenitente que es hace caso omiso de las numerosas arcéstidas del enebro de la miera desde el que escudriña el suelo del tomillar. Eso que se llevarán los zorzales, cuando vengan desde el norte en invierno...
Mañana lejos de la villa, y tarde rodeándola al lado de sus cursos de agua, disfrutando de la sombra que dan a casi todo el camino los chopos y los cortados rocosos.
Y parándonos a ver las plantas que medran sobre esos propios cortados, o sobre esa extensión de los mismos que son los muros de las casas sepulvedanas. Este año os enseño un Chaenorhinum origanifolium, que creo que no lo he sacado antes por aquí...
No puedo decir lo mismo, claro, de las lagartijas colilargas Psammodromus algirus: de esas bien sabéis ya casi todo lo que se puede saber. Y más que os hubiese dado la lata con ellas este año, si hubiesen llegado los permisos a tiempo y hubiese podido ir con Álex de muestreo a Lerma... dichosa vida del investigador: cuando por fin consigue dinero, son los permisos los que dan problemas; y nunca parece marchar nada del todo bien.
Bueno, un último herpeto para cerrar el catálogo de bichos del día: una ranita de San Antón Hyla molleri que se entretenía ensayando un número circense encaramada a unos juncos.
Salir al campo... qué reconfortante es. Y cuánto más en buena compañía.
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