Leyendo en el tren Rendición Incondicional, llegué al fragmento en el que un personajillo un tanto siniestro, con unas ansias de ser reconocido como escritor de vanguardia que aventajan bastante a su capacidad literaria real, juguetea con un diccionario normal y otro de sinónimos, rastreando excitado nuevas palabras de uso limitado que introducir en sus textos y sus conversaciones, "como un buscador de oro a la caza de una veta..." Me reí bastante, y posiblemente en alto (daba igual, que iba el vagón casi vacío); no tanto por lo ridículo del personaje como porque me reconocí a mí mismo, intentando meter "releje" en las conversaciones con calzador, colándoos "acirate" en una entrada sin que apenas viniese a cuento, y deseando que llegue el día de poder utilizar "hastial"...
Tren a Orense ayer, y tren de vuelta a Madrid hoy: visita "de médico" para despedirme de la familia, ante mi inminente partida a Sudáfrica. Bueno, no an inminente: justo hoy (y ya es la segunda vez) me han pedido un pequeño papelillo extra antes de darme el visado... me da que las cajas van a llegar bastante antes que yo. Como es habitual por estas fechas, y más con el ambiente bochornoso, inmóvil, previo a la tormenta; de ayer por la tarde, Orense olía mucho a flor de xesta: un olor que enseguida me hace pensar en los maios. "Pra min non hai maio / Pra min sempre é inverno"... al invierno sudafricano llegaré de cabeza, sí; pero maio, lo que se dice mayo, ya estoy teniendo más del que pensé que iba a tener.
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