martes, 2 de mayo de 2017

Una dama británica, y algunos cuadros más

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 En la segunda mitad de este largo puente ya hizo sol y pude salir al campo, pero como el domingo amaneció de lo más desapacible, recuperamos mi hermano y yo la antigua tradición de darnos una vuelta por algún museo. Y por decisión suya, sustentada no sé muy bien en qué (pero ¿por qué no?) acabamos en el Lázaro Galdiano.

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 El museo ocupa el palacete del barrio de Salamanca que se hizo construir el coleccionista de arte del mismo nombre, que vivió a caballo entre los S. XIX y XX. Uno de los primeros edificios de Madrid en tener agua corriente, luz eléctrica... y ascensor, que seguía funcionando y es de las cosas que más me llamó a atención...

 ... pues la colección de arte en sí tampoco me llamó demasiado la atención. Claro, es lo que tiene, de una saber poco, y de otra tender a compararlo todo con el Prado. Y estos "museos menores" de Madrid tienen cuadros de segundones, o cuadros de segunda de los pintores de primera (cuando no directamente "atribuibles al taller de Menganito"); y en comparación con el Prado pues salen mal parados. Cuando por ejemplo en Orense venderíamos muchas colecciones de la Diputación por tener una pequeña parte de lo aquí expuesto... en fin. Me gustaron sobre todo algunos retratos: el de la reina Ana de Austria, de Alonso Coello, por ejemplo...

 ... pero sobre todo varios retratos del XIX, como este de Gertrudis Gómez de Avellaneda de uno de los (numerosos) Madrazo.

 Y el que más, este anónimo de Harriet Arbuthnot. Nos contaba la guía que los ingleses de la época pintaban a sus mujeres así, "al natural", sin joyas ni grandes ropajes, insinuando así que ellas solas se bastaban para dar lustre al cuadro. No opino de los otros retratos coetáneos de la colección, pero al menos este sí me parece que concuerda con la afirmación...

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