sábado, 13 de mayo de 2017

Secarrales, humedales y viceversa

O, lo que es lo mismo, un paseo por la "Mancha Húmeda": el conjunto de lagunas que, a caballo entre Ciudad Real, Toledo y Cuenca, rompen un poco la monocromía ocre (que no monotonía) de los terrenos circundantes. Las hay mayores y más chicas, endorreicas o ligadas a cuencas abiertas, de agua dulce, salobre e hipersalina, bien conservadas o hechas unos zorros... un ambiente pues de lo más variado, como variada es toda la biodiversidad que albergan. Y como además quedan casi todas bastante cerca de Madrid, pues ya sabéis, mis seguidores asiduos (los que estáis aquí desde el blog anterior, al menos), que me gusta mucho dejarme caer por allí.

Camino de unos pocos de estos humedales salimos hace una semana Vero, Raquel y yo; yo, convencido de que era ya la última vez que salía al campo antes de irme, y contento de que fuese de nuevo en idéntica compañía. Empezamos la visita por Navaseca, laguna que se nutre del efluente de la depuradora de Daimiel y donde normalmente disfruto más de los bichos que en el propio Parque Nacional.

 No voy a hacer una lista pormenorizada de todo lo que vimos durante toda la jornada, sino apenas de tres o cuatro bichos, escogidos porque me hicieron especial ilusión o porque conseguí sacarles fotos medianamente decentes. Tenía muchas ganas de ver limícolas, pero como ya iba concienciado de que el grueso del paso migratorio prenupcial se había acabado, pues me tomé cada observación como un pequeño regalo. Me gustó mucho pues el grupete de archibebes comunes Tringa totanus que encontramos en Navaseca, muy pintones (y pintados) con su plumaje de cría. Aunque es una especie que se reproduce escasamente en la zona, los que vimos no tenían ninguna pinta de estar asentados allí, sino más bien de ir bastante rezagados en su viaje al norte.

 Todo lo contrario a las canasteras comunes Glareola pratincola, unas "limícolas" de secano con pinta de grandes golondrinas que crían en eriales y otras zonas esteparias de Eurasia y África, aunque normalmente cerca de humedales. Como las golondrinas, se alimentan capturando insectos al vuelo, y marchan a África en invierno. Encontramos un buen grupo de ellas en unos barbechos al sur de Alcázar de San Juan.

 Recorríamos estos barbechos de camino a un lugar donde solo había estado una vez y que, la verdad, no recordaba, pues además habían adecuado los accesos y construido algunos observatorios: las Tablillas del Záncara o Junta de los Ríos: unos prados inundados al sur de la citada localidad, allí donde se une el Záncara al Cigüela (o Gigüela, a ver si se ponen de acuerdo los rotuladores de carteles). Aunque de hecho ambos ríos "corrían secos" camino del Guadiana, la zona sí contaba con agua y verdor, y varias parejas de un bicho que siempre me hace ilusión volver a ver:

Foto de Vero
 El fumarel cariblanco Chlidonias hybrida. Otro visitante estival, como la canastera: un pequeño charrán de interior que cría en nidos flotantes y que se alimenta sobre todo de insectos y pequeñas criaturas acuáticas, capturadas en medio de vuelos de lo más ágil, que no impidieron sin embargo que Vero pudiese ficharlos con bastante solvencia.

 Mis fotos no se le podían comparar, la verdad. Os pongo en cambio este carricero común Acrocephalus scirpaceus, que se movía mucho menos mientras contribuía a ponerle música de fondo a nuestra jornada.

 En esa misma zona, alguien tuvo la buena idea de llenar de cajas nido una nave ganadera abandonada, y entre las muchas parejas de grajilla, paloma y estornino negro, aparecían algunos bichos mucho más llamativos, como algunos cernícalos...

 ... o una pareja de preciosas caracas europeas Coracias garrulus, un bicho que hacía mucho que no venía, y menos tan a gusto.

 No lejos de allí un macho de abubilla común Upupa epops, que tal vez tuviese el nido en la misma construcción, repetía con regularidad su monótono y onomatopéyico canto desde lo alto de una peña.


 Después de comer y de entretenernos bastante con el café, echamos lo que quedaba de tarde en las dos lagunas "típicas" de Alcázar: primero en la de La Veguilla, de agua dulce de depuradora, y después en la contigua del Camino de Villafranca, de agua salada.

Paterío variado, flamencos, gaviotas... un poco lo de siempre, y bienvenido sea. Enseño solo un macho de malvasía cabeciblanca Oxyura leucocephala, para que le echéis un ojo a su bulboso pico azul, un color que desde luego no es el más habitual entre las aves...

 Si bien la laguna del Camino estaba yerma, como de costumbre, con grupos de tarros blancos y de pagazas piquinegras descansando en sus orillas, un pequeño arroyo que desemboca en ella, y que en invierno (cuando más vamos) suele verse pelado, era ahora una pradera verde de juncos de identidad para mí desconocida, entre los que se movía pausadamente, supongo que a la caza del cangrejo, la protagonista (con permiso de la carraca) de la mejor observación del día:

 Una despampanante garcilla cangrejera Ardeola ralloides, el emblema de la SEO en carne y pluma; de nuevo otra especie que tardé en tacharme y que he visto (hasta el sábado pasado) bastante poco, y mal. Compensado queda con creces.

 Y un poco por la tontería de sumar bichos a la lista a ultimísima hora (los cernícalos primilla Falco naumanni de la iglesia del pueblo; perdón por la mala foto, que mala era ya la luz), un poco por rememorar felices días ya lejanos de feliz pajareo, paramos ya anocheciendo a cenar en Tembleque las sobras que nos quedaban de la comida, sentados en un banco. Ya veis que viajamos sin reparar en gastos, nosotros...

Si finalmente esta ha sido mi última salida de campo antes de Sudáfrica, la doy por bien empleada, con buenos bichos y mejor compañía. Mil gracias :-)

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