viernes, 5 de octubre de 2018

Y un viejo anochecer

Tras un día de viaje sin nada reseñable ayer noche, cenando con Andrea y Álex en su casa, que fue el último lugar donde comí antes de subirme al avión a Israel el 2 de septiembre; no es que me resultase difícil de creer el estar de nuevo allí, sino que lo que resultaba increíble era de hecho todo el mes anterior, como si hubiese sido solo un sueño bastante raro... en fin, ya lo digeriré mejor. Por de pronto, y tras deshacer la maleta y dejar mi habitación en un estado similar al que tenía hace tres años, me fui a decir "hola" a la facultad. Con algo de aprensión, la verdad, por ver cómo me miraría la gente; pero no tenía por qué preocuparme, pues es precisamente la gente que también está en esto la que mejor me puede comprender (como resulta evidente, por otra parte). Y nada, tras "reconciliarme con mi pasado", tocó darse un largo paseo junto al río, para reencontrarme con una de las vistas que más me gustan de esta ciudad. Y ea, a coger fuerzas para volver a subir de Madrid al Cielo...


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