Llueve fuera con ganas, desde ayer por la tarde; las primeras lluvias "de otoño" del año en Madrid (pues lo poco que cayó en septiembre fueron más bien tormentas de verano). Llueve, y además ha refrescado notablemente; con lo poco que me gusta este tiempo casi casi me dan ganas de volver al desierto... Por suerte estuve espabilado y pude aún el lunes por la mañana disfrutar de una mañana de sol dando una vuelta por El Pardo.
Fue, por fin, una mañana de "pararse": tardé unas tres horas en hacer apenas 5 Km de paseo junto al Manzanares, desde el parking del puente del ferrocarril hasta Mingorrubio; y la verdad es que me lo pasé muy bien, echando tiempo con los pájaros cuyos reclamos había ya olvidado e intentando sacarles malas fotos que borrar luego al llegar a casa. Iba además con la ligera esperanza de escuchar los bramidos de los cérvidos (berreas y roncas, según sus especies), pues estamos en la época, pero lo que escuché en cambio fueron las excavadoras y motosierras de los operarios del programa de "restauración fluvial" del Manzanares. Lo entrecomillo por principio de precaución: a mi yo ecologista y pasional le duele ver una excavadora metida en el río, pero mi yo biólogo y técnico sabe que no me he leído aún el proyecto y que no puedo juzgar lo adecuado o no de lo que se está haciendo...
Vi animales grandes, en todo caso, en este nuestro Kruger castizo: los más frecuentes fueron los gamos Dama dama, que mataban el rato cerca de la verja del monte, poniéndose medio nerviosos si me paraba a prestarles atención en vez de seguir paseando de largo.
Vi un único jabalí Sus scrofa, pero que valía por muchos: un verraco compacto y formidable que buscaba las primeras bellotas del año bajo las encinas, y del que me da pena haber sacado tan mala foto, por la luz y la verja.
Ciervos Cervus elaphus solo vi esta, y para eso muy lejos. No hubiera ni puesto la foto de no ser porque se colaron por delante esas pocas palomas torcaces Columba palumbus, llegadas ellas también del norte en pos de la bellota, que este año, a la vista de cómo estaban las encimas, parece que será de buena cosecha.
De los demás pajarillos del monte y la dehesa, y de las aves acuáticas, solo pude sacar una foto decente de este escribano triguero Emberiza calandra, que no me quitaba ojo desde lo alto de un fresno. La verdad es que, en comparación con las "tontas" aves sudafricanas, encuentro que las locales son mucho más esquivas para el mal fotógrafo...
No se me dio mucho mejor con las aves del bosque de ribera, pero como excepción sí que capté bien las dos especies de "picos" madrileñas; y además los pillé haciendo cosas, como si fuesen catalanes...
Al contrario que los otros dos pájaros carpinteros madrileños, los pitos reales y los torcecuellos, que se alimentan básicamente de hormigas, en el suelo, los picos consumen sobre todo invertebrados que capturan entre la corteza y la madera muerta. Pero este macho de pico picapinos Dendrocopos major está haciendo otra cosa que se les da bastante bien, que es "sangrar" los chopos (fijaos en las filas de agujeros en el tronco) y lamer la savia de estos árboles, que es particularmente dulce. Hay de hecho un género de picos norteamericano (Sphyrapicus), conocidos como "chupasavias", que basan en esto su alimentación.
Pero me gustó sobre todo captar así de bien este macho de pico menor Dryobates minor, pues es una especie que, sin ser escasa, es bastante discreta; y no siendo en mano al anillarlos no lo había visto nunca tan a gusto. Y aunque no le pega nada a la estación, diría que este estaba excavando un nido, pues cincelaba con gran dedicación un hueco en la cara inferior de una rama gruesa de chopo, que es donde suelen construirlos...
Y así pasé la mañana, entretenido. Entretenido cual jubilado, vaya; que me crucé con bastantes paseantes, y casi todos de edad avanzada. Y no es mi objetivo, ni mucho menos, cortarme la coleta a los 35 años, pero la verdad no me sentó nada mal una mañana de coger aire y fuerzas.
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