Al hilo del rescate de ayer de la foto del acentor alpino, por darle cumplido cierre a la serie aquella de diciembre de Vertebrados revisited, me ha parecido bien sacar a la luz otras tantas fotos de aquella excursión, que por unas cosas o por otras me han tocado la fibra al volver a verlas.
Caso por ejemplo del águila perdicera de Bonelli* Aquila fasciata con que nos desayunamos ya el primer día. Con ser (ligeramente) más abundante que el águila imperial, esta especie resulta siempre más esquiva y difícil de ver, y por ello las ocasiones de contemplarla así de bien resultan especialmente golosas. Tanto más cuanto que el ave estaba posada y no volando alta en el cielo, como se suele ver a las rapaces.
Una panorámica desde el castillo de Benquerencia de La Serena, en lo alto de la cresta de la Sierra de Los Tiros, dejando al norte (a la izquierda) la región de los páramos, y al sur un terreno de monte cada vez más ondulado, que poco a poco va transformándose en Sierra Morena.
El Rocío y sus aires de western, claro. Este pueblo me fascina: no es que ya no tenga nada que ver con el norte peninsular, por descontado; sino que ni siquiera parece de España...
Foto horrible, pero que no podía dejar de poner, de algunos de los chorlitos carambolos Eudromias morinellus que vimos en las marismas de Hinojos, mi bimbo más inesperado y más disfrutado de 2015.
Despeñaperros, donde el acentor, pero ampliando el panorama. "Despeñaperros" es una palabra que despierta en mí reflejos pavlovianos que me hacen salivar, es una palabra que encierra mil promesas: de sol y de calor. De paisajes agrestes de montes cerrados, y de marismas y playas infinitas. De un sinnúmero de especies de pájaros, y de herpetos y plantas, y mamíferos, y de todo; a cada cual más endémico, más raro, más extraordinario. Jornadas de trabajo de campo agotadoras, y jornadas de campo (sin trabajo) más agotadoras aún, pero disfrutadas unas y otras al máximo, y siempre en buena compañía. Recuerdos de lugares, especies y nombres propios que se entremezclan inextricablemente, y que me han hecho muy feliz... no sé si se me nota mucho, pero me encanta Andalucía.
Y una última imagen del salto de La Cimbarra para despedirnos ya de estas tierras, de este viaje, antes de que me emocione y me ponga aún más ñoño. ¡Qué difícil era de fotografiar bien cuando fuimos, con la parte de arriba demasiado luminosa y la de abajo en penumbra! Y ¡qué ganas tengo, de volver al sur!
* Cuando Bernis se dedicó a estandarizar los vernáculos y a poner nombre en castellano a la inmensa mayoría de aves de España que carecían de él, escogió para esta águila el de "perdicera". Si bien a las águilas "culebrera" o "pescadora" el nombre les viene como anillo al dedo, la perdicera se alimenta sobre todo de conejos, como todas las grandes águilas; y cuando éstos faltan, como cada vez es más habitual, pues de palomas, córvidos y perdices si se tercia, claro, pero tampoco es que tenga una predilección especial por la gallinácea. Y como ya bastante mala fama tienen las rapaces entre los cazadores, como para que encima se invierta en conservar una especie perdicera, pues se le ha vuelto a cambiar el nombre a "águila de Bonelli", nombre que de hecho ya se le daba en inglés o francés, y que le dio Vieillot en honor al ornitólogo italiano Franco Andrea Bonelli, que le proporcionó los ejemplares en que el francés basó su descripción de la especie (al igual que los del mosquitero papialbo Phylloscopus bonelli).
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