"Jerusalén está fundada
como ciudad, bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor..."
En este tiempo en Dijon en que he vivido en dos emplazamientos distintos de la ciudad, y me han quedado más a mano sus respectivas parroquias, en ambas ha coincidido (igual es en todas así, pero no quiero generalizar sin saber) que los curas son muy de saludar en la puerta y de banco en banco a los feligreses que van llegando (conocidos o no, véase un servidor), y de correr terminada la ceremonia a la puerta de nuevo para ir despidiendo a la gente. Y el domingo pasado, así, me despidieron deseándome una buena montée vers Pâques, feliz "ascensión a la Pascua", saludo que tiene pinta de ser común en Francia. Esta madrugada estaba paseando a Brego mientras sus dueños preparaban las maletas para volver a Madrid, y mientras escuchaba cómo recibían mil mirlos a la aurora desde sus cantaderos, lo único que se oía, me entretuve pensando en lo veterotestamentario que resultaba eso de "subir a Jerusalén", y en que ese deseo de "feliz subida" pegaba bien en este país en que muchas de las canciones de iglesia tienen una curiosa musicalidad semítica.
He vuelto a quedarme solo en Dijon hoy; algo triste, al marcharse Andrea y Álex. Al final esta Semana Santa por haches o por bes no he podido "ponerme malo" y escaparme de la Facultad para ir a hacer el gamberro al campo con ellos algún día, pero bueno: ellos sí han disfrutado mucho de los alrededores de Dijon, y yo mucho más de tener con quién hablar al volver por las tardes a casa (y quién me hiciera la cena, que ya se me estaba olvidando lo bien que cocina Álex). A la espera quedo del siguiente visitante...
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