En este mes que llevo entre borgoñones, en mis recorridos por Dijon hay una serie cosas que he echado en falta, o que por el contrario me han llamado la atención por su abundancia, y que paso a relataros. Tal vez el "I" es un tanto pretencioso, y esto en vez de en serie se quede en entrada única, pero de primeras mi idea es ir completando la lista a medida que descubra más diferencias con mi antigua vida en Madrid. Sin más, vamos a ello:
- En Dijon hay muchas peluquerías. Lo de las peluquerías es de lo que más me ha llamado la atención: no hay "muchas", hay muchísimas. Y yo no creo que aquí la gente se pele la cabeza más que en cualquier otra parte...
- En Dijon hay muchas panaderías, pero hay muy pocos supermercados. Otro de los comercios que más abunda en todas las esquinas de la ciudad son las panaderías/pastelerías. Muy bien podéis estar pensando ahora en el tópico francés con la baguette bajo el brazo, pero de ésos no he visto aún ninguno. Tampoco una proporción anormal de gordos amantes del dulce. Por el contrario, escasean los supermercados o tiendas menores de alimentación. Tengo uno ahora relativamente cerca del piso (aunque bajo un prisma español sería "a desmano"), pero durante mi periplo buscando casa muchos de los lugares visitados eran desiertos alimenticios.
- En Dijon hay chinos, pero no hay "chinos". Menos que en Madrid, pero algún chino se ve por la calle; de hecho suelen subir y bajar varios en mi parada de tranvía. Sin embargo lo que aquí no he visto todavía son "chinos", o como se llamaban antes, "todo a 100". y para estos primeros momentos de instalación me habrían venido de perlas...
- En Dijon hay cacas de perro, pero no hay perros. No me cuadra el número de mierdas que veo por la calle, con el bajísimo número de personas paseando sus chuchos con que me cruzo: o la gente saca a los perros a horas imposibles, o sus perros son muy cagones y sus dueños muy dejados... o a lo peor no son cacas de perro.
- En Dijon...
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