Siete meses en Dijon, y algo más de dos semanas tras haber vuelto de vacaciones. Sois varios los que, por ahí abajo, y pretendiendo leer este blog entre líneas, me preguntasteis si "estás bien ahí", con cara de "si me dices que 'sí', no me lo voy a creer". Bueno, pues aun a riesgo de espolear vuestra incredulidad, me reafirmo en mi respuesta: sí (... aunque podría estar mejor, claro está). De todas maneras, todas las pegas que se me ocurren tienen su aspecto positivo: es verdad que os echo mucho de menos, a todos mis amigos; y hacer planes con vosotros, salir a ver bichos... pero también es verdad que, aunque pocos y con preferencia por la vida independiente, mis compañeros aquí son buena gente, que sonríen y con los que no me amarga compartir el tiempo en la facultad. Es verdad que cuanto más tiempo paso fuera, me gusta más Madrid... pero tiene su gracia cambiar de aires y de ambiente biogeográfico (a ver el invierno cómo se da, je). Y supongo que el aire está más limpio. Es verdad que me fastidia bastante que esta postdoc suponga una mera continuación de la línea argumental de mi tesis, y no estar aprendiendo técnicas u otras cosas cualitativamente nuevas... pero ¡tengo una postdoc! Y es que parece que ya no me acuerdo de lo imposible que parecía eso, hace apenas unos meses, cuando sumaba en vano solicitudes... Son verdad, todas esas cosas. Y según el día, a veces parecen demasiado verdad. Pero, aunque no sea a veces también por las cosas más tontas, quien no encuentra con qué animarse es porque no quiere. Nos sobran los motivos...
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