A fuerza de entretenerme con los afanes de cada día, tengo atascadas varias entradas de ésas que os gustan, de viajes y bichos con sus fotografías: la última del viaje de España a Francia y las de este fin de semana en Bélgica. Y no me preocuparía el asunto de no ser porque, por lo demás, mi vida en Dijon estos días está siendo tan aburridamente normal que no da para comentar muchas cosas... por eso que hubiese ayer, para romper con la monotonía y la sequía de entradas, una reunión de doctorandos y postdocs del Departamento. La mayor sorpresa fue prácticamente enterarme de que ¡hay doctorandos y postdocs! Que no es moco de pavo, pues varios me habéis oído quejarme de que apenas se ve juventud por los pasillos. La cosa tiene su explicación, en todo caso: aunque la facultad es pequeña, mi departamento no lo es, pues a base de aglutinar biólogos y geólogos de diversas ramas, prácticamente equivale a la mitad de la misma, por lo que al final suma personal. Ésa es una razón; la otra, de la que cada vez voy siendo más consciente, es que a mayores los de mi reducido grupo de investigación (con los que me muevo para comer y demás historias) no son muy de mezclarse con los demás.. Sea por lo que fuere, muchas de las personas que conocí ayer no las había visto nunca. Espero, por otra parte, volverlas a ver, y que eso suponga un cierto cambio en lo que respecta a la parte social, aunque ya se me haya pasado buena parte de la postdoc: la reunión era para comenzar a preparar la segunda edición de un congreso de jóvenes investigadores (como el de Madrid), por lo que si era la primera, necesariamente tiene que haber más. A ver.
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