Os decía hace un par de entradas que todavía me había tachado algún bicho marino más; pues bien, vamos a ello: el último día fuimos a muestrear hacia el este de Port Elizabeth, a la bahía de Jeffreys. Escogimos el lugar un poco al azar, fijándonos en lo que se veía en Google Earth, y terminamos llegando a un cámping apartado de todo, en la desembocadura del río Gamtoos.
El río muere suavemente en el Índico entre dunas enormes, donde buscamos Acontias con relativo éxito; tan suavemente de hecho que en las fechas en que fuimos el río ni siquiera desembocaba: una barra de arena bajo la que imagino se mezclarían las aguas cortaba el acceso directo del río al mar. Yo sabía que la zona era una reserva, entre otras cosas por sus aves marinas y limícolas, y pensando en vosotros (bueno, y en mi lista) me mantuve cual camaleón, con un ojo en el rastrillo y otro en la orilla del agua.
Había varias gaviotas cocineras Larus dominicanus, la única gaviota grande frecuente por todo el hemisferio sur, que cría tanto en Sudamérica como en África y Australia y Nueva Zelanda. Es un bicho con pinta de gavión canijo, y todavía más negro. Algunas de las aves debían de haber criado en la zona, pues iban acompañadas de pollos como este que apenas sí se apañaban para volar.
Un par de gaviotas más. Pero no os pongo la foto por ellas, sino por los pequeñuelos. Los veis, ¿no? Resguardados del viento cada uno dentro de una huella...
Os los pongo algo más en grande. Había por la zona varios grupos como este de chorlitejo frentiblanco Charadrius marginatus, especie cercana a nuestro chorlitejo patinegro y su equivalente ecológico en el África subsahariana. Como tantas otras limícolas "de playa" (por contraposición a zonas limosas o de estuario donde los turistas no se meten tanto), sufre en países desarrollados como este por las molestias de paseantes y, sobre todo, de perros. El problema no es tanto que los animales capturen directamente las aves, que eso casi nunca sucede, sino que al estar siendo constantemente espantadas las aves no se alimentan y descansan correctamente, o al dejar los nidos desatendidos estos son depredados por otros animales, o directamente los huevos expuestos al sol se sobrecalientan y mueren muy deprisa.
Una pareja de alcaravanes acuáticos Burhinus vermiculatus, la otra especie de alcaraván que tenemos en Sudáfrica, además del de El Cabo; se distinguen bien por tener las partes superiores estos mucho menos moteadas, y las alas con una banda gris. Las diez especies de alcaraván del mundo se dividen en dos "grupos ecológicos": los hay como el de El Cabo (o el europeo), que viven en zonas esteparias, secas y abiertas, y los hay como este que viven al borde del agua, alimentándose sobre todo de cangrejos.
Dos parejas de charrán piquigualdo Thalasseus bergii, especie propia de las regiones (sub)tropicales del Indopacífico. Un bicho muy grande, casi como una pagaza piquirroja, con la cresta despeinada propia de los charranes de este género.
Y termino con el último bimbo de la entrada, que está ahí-ahí con el charrán anterior en liza por ser el que más ilusión me hizo: un ostrero negro africano Haematopus moquini, endémico de las costas del sur del continente. Igual que los alcaravanes os dije que se dividían en "de agua y de secano", los ostreros del mundo se dividen en cinco especies pías (como el europeo), tres negras (como el de aquí), y una más (el ostrero variable, buen nombre) que tiene ambos morfos de color. Y todavía falta una especie negra, el ostrero canario, que lamentablemente se nos extinguió hace un siglo...
Cierro esta entrada con una imagen de mis dos compañeros de viaje: Joaquín, que regresa de darse un baño, y Zhao, que se contentó con remojar los pies. El día no invitaba mucho, ya lo veis, y "se me quedó por tachar" el darme un baño en un océano nuevo. Queda para la próxima...
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