viernes, 27 de abril de 2018

Mokala sin plumas

Veintisiete de abril, festivo (Freedom Day): un día más de puente para dormir hasta (un poquito más) tarde y actualizar on calma el blog. Os comentaba antes lo lógico: que yendo con alumnos uno ve menos cosas que por libre. Pero la verdad es que a nivel de mamíferos la cosa no se nos dio tan mal, o al menos lo suficientemente bien como para que los chavales se volviesen contentos: no vimos ningún carnívoro, pero en cambio sí nos cruzamos con un grupo grande de búfalos, y vimos rinocerontes dos veces, la segunda muy cerca del coche.

 En reptiles sí que no estuvo sembrada la cosa, pues al contrario que en octubre nosotros ahora apenas sí vimos galápagos en las charcas y un par de agamas, que no conservaban ya ni trazas de la coloración nupcial de hace unos meses. Aunque en general a los alumnos no les interesa nada que sea más pequeño que una gacela, y no creo que los echasen mucho en falta...

 ... menos aún a los bichos más pequeños todavía. Me gustó esta (creo) chicharra acorazada Acanthoplus discoidalis manca, que suerte tuvo de que los míos no la pisasen al caminar entre las habitaciones y el comedor, pese a su gran tamaño. Me gustan mucho estas chicharras enormes que hay un poco por todo el mundo, con esa pinta de marcianos que tienen.

 A mediodía, estos escarabajos también grandes como un pulgar y muy bonitos alzaban el vuelo y se movían torpemente a baja altura por toda la zona de nuestro alojamiento. Es un Mylabris oculata, un meloido (como las aceiteras) de un género que también tenemos en España, aunque nuestras especies son todas más pequeñas y con pinta de mariquitas alargadas. Llamativas también, en todo caso, pues como sucede con el resto de especies de esta familia son todas muy tóxicas.

Y termino con un bicho que me hizo mucha ilusión ver creo que por vez primera... pues dudo de si en España (que alguna especie hay también) lo he visto alguna vez; en todo caso, me hizo mucha ilusión: es un mantíspido, un grupo de neurópteros (como las hormigas león y las crisopas) que han evolucionado hasta asemejarse mucho a las mantis religiosas, con un par de patas delanteras transformadas en pinzas espinosas con las que capturar criaturas menores. También estaba este en una de las paredes de nuestro alojamiento... si es que a veces uno sale al campo y casi ni de casa llega a salir antes de pararse...

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