A estas alturas, oír que la mezcla "política + medio ambiente" da como resultado algo desastroso no debería sorprenderme, pero es que ayer curioseando de blog en blog me encontré con un caso tan absurdo que me dejó bastante hundido, pensando en cómo de mal tienen que estar los resortes administrativos para que pasen cosas así... La historia la cuentan los de ARBA Bajo Jarama*, y aunque tiene diez años ya, empieza en realidad hace veinte, cuando en 1999 un incendio arrasa cien hectáreas de monte en Las Calerizas, junto al Jarama al norte de Madrid. Una pena, porque los cortados yesíferos del este madrileño albergan una vegetación muy particular y cada vez más escasa; pero bueno, nada que el monte mediterráneo, que ha evolucionado sabiendo enfrentarse al fuego, no supiese remediar por sí solo. La historia da luego un salto de diez años, cuando como parte de las pedidas compensatorias de la ampliación de Barajas, el gobierno regional decide recuperar la zona quemada. ¿Y cómo lo hace? Invirtiendo 13 millones de euros en arrasar el monte que ya se estaba recuperando solo y plantando con criterios de gestión maderera una serie de arbolillos de los que en meses habían muerto casi todos. La verdad es que las fotos de la página que enlazo, de carrascas y acebuches de ya dos metros de altura arrancados junto a plantones ya secos de las mismas especies, le hacen a uno preguntarse muchas cosas...
* ARBA, Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono, es una ONG con delegaciones en buena parte del territorio que, con criterios científicos sólidos y mucho sentido común (¡qué poco abunda eso!), aboga por la recuperación de la vegetación autóctona (bosque o no) en terrenos que van perdiendo su antiguo uso industrial o agrícola.
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