En honor del
producto más famoso de mi destino postdoctoral, este blog estuvo a punto de
llamarse "Biólogo a la mostaza", "Biólogo y Mostacero" o
alguna otra barbaridad que se me hubiese ocurrido la noche antes. ¿Por qué pues
el nombre -lo admito, bastante feo- de Biólogo y Mercenario? Porque el momento
de pergeñar este nuevo blog coincidió con una etapa de lectura de experiencias
de compañeros en la mima situación, durante la que descubrí esta
entrada del blog ¡Jindetrés, sal! que tan bien explica el
término de "mercenarios de la Ciencia": al igual que los soldados de
fortuna, los postdoc vamos a trabajar allí donde haya dinero y nos quieran, en
el proyecto que toque; y finalizado el proyecto y/o el dinero, a emigrar a otro
lugar... hasta que algún día llegue la soñada estabilización: idealmente en
Ítaca, pero quién sabe si tal vez entre los lotófagos, con Circe en Eea o en el
país de los feacios. Porque a Polifemo, Escila o las sirenas, mejor ni
mentarlos...
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