Esta mañana he hecho un alto en la búsqueda de casa para ir a la facultad y empezar a poner la esquina que me corresponde a mi gusto.
Falta le hacía, porque la verdad estaba de lo más desangelada. No la he decorado con nada, pero al menos he retirado de la vista todos los papelotes, y las bolsitas con cables y cajas vacías resultado de haber montado impresoras y cosas así, y haber dejado todo después en el hueco "vacío".
Gran sorpresa inesperada: me han puesto un ordenador a cargo de proyecto, nuevecito, con una pantalla tan grande que no sé ni a dónde mirar. Y también me he dedicado a grabar en él los archivos de cosas que traigo a medio hacer de Madrid, y a meterle los programas que utilizo y esas cosas todas.
Tarea que se empeñó en hacerme más difícil mi nuevo peor enemigo: el endiablado teclado AZERTY. ¿Pero no era que iban a desecharlo ya? Y justo he venido yo antes del cambio...
En fin, ya me agenciaré un teclado "de verdad". Por de pronto hoy me fui de la facultad con la satisfacción, si no de haber arreglado el mundo, sí de haber cambiado el azul enfermizo del fondo de pantalla anterior por este azul almeriense mucho más evocador. El mundo, ya mañana...
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